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Transeuntes

Transeuntes
De vuelta a casa después de mi necesario paseo al atardecer lo veo todo más bonito.
  En mis paseos por las calles cercanas a los restos de la muralla, he podido observar cómo vive la gente que va de paso: unos se sientan en una extensión de tierra con bancos a hacer un descanso con sus mochilas, yo me siento también en otro banco vacío a contemplar las piedras que permanecen intactas desde la época romana. Este remanso de tranquilidad entre calles atestadas de transeúntes, como yo, que vamos mezclados entre la gente, unos con sus bolsas de compra, otros con sus móviles haciéndose fotos.
Dejo el resto de muralla y me adentro en Puerta del Ángel con sus famosas tiendas de marcas comerciales y tan globalizadas que en cualquier ciudad del mundo existen ( Geox, Desigual, Zara …) y claro para mí eso no tiene encanto, sólo que voy a descambiar la blusa que me compré hace una semana por otra que me combine mejor con el pantalón nuevo.
Para llegar a la quinta planta cojo el ascensor, ahí nos encontramos una masa humana de unas diez personas, una ancianita en su silla de rueda lavadita, peinadita y asistida por una mujer que resopla mostrando su cansancio, un chico entrado ya en los 30 con su perrito como el de Tintín y una bolsa grande de papel dorado, parece feliz con lo que muestra tener. El calor del ascensor es molesto y la anciana de la silla de ruedas cada vez que paramos en una planta pregunta con un hilo de voz: ─ ¿ya salimos? ¿Ya salimos?
Claro es normal que en las tardes tan pobladas de esta gran ciudad, una cuando llegue a su casa se sienta contenta, pues son preferibles estos 16 metros de terraza desde donde escribo y corre el aire y veo los árboles moverse y a mi Nina la perrita mirar por la baranda .En definitiva estar un ratito sola conmigo misma. Eso sí  con mi blusa, que esta vez la he comprado blanca que combina con todo.


Maribel Fernández Cabañas

Llorar y reír

Llorar y reír
Con mi amiga Leticia siempre acabo llorando de la risa que me entra y es que aunque hablemos de calamidades de la vida siempre le da un giro al humor y aunque sea pleno julio y esté cayendo una buena tormenta y vayamos en sandalias mangas cortas y mojándonos los pies.
─¡ Me encanta la lluvia es como si limpiara el ambiente! dice ella mientras las dos vamos agarradas del brazo, cobijándonos en su paraguas al que me ha invitado a entrar y yo contenta he cerrado el mío
Estamos al lado de la catedral calles estrechas y vacías. Sólo unos pocos turistas sin guía, pues hasta estos han cancelado la excursión prevista. Pero nosotras nada de cancelar encuentros, aunque llueva y truene; ya sea verano o invierno. Nosotras mantenemos el día fijado. Nos reunimos los días nueve de cada mes y pasamos del hombre tiempo, porque lo que nos une son nuestras risas y nuestras confidencias y nuestro amor por la amistad y por los relatos.

Maribel Fernández Cabañas