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Sucesos trágicos

Sucesos trágicos

Juanito se había despertado hoy lunes con mucha pereza y tenía que ir a un examen, se fue de casa corriendo para no perder el bus y llegar al instituto con su mochila y su bocadillo era un lunes como otro cualquiera hasta que un mensaje en las redes sociales a través de su móvil le rompió el día:” un alumno ha matado a un profesor con una ballesta en Barcelona”.

─Aquí al lado (pensó Juanito) ─ Hay que ver lo que hace la gente (seguía pensando Juanito sin entender). Se contuvo la rabia ante la injusticia realizada dos calles más allá del instituto en el que él estaba).─ Un niño de mi edad que mata (pensaba para sí) ─ Pero si yo lo que hago es cantar y escribir en mi diario─ No comprendo nada ¡en que mundo estamos! ¿Para qué estudio yo si un día de estos me pueden quitar la vida?─ Estoy seguro en este instituto, mis compañeros no hacen esas cosas ni siquiera las piensan. ─ ¡No quiero ni imaginar nada! Se decía a si mismo Juanito.

  Estos eran los pensamientos de Juanito mientras hacia su examen sobre “Historia del Nazismo”─ Ostras que no es la historia del nazismo sólo, sino que se cometen asesinatos hoy en día en mi ciudad, que yo creí que era tan bonita y tan tranquila.

 Juanito necesitaba expresar sus pensamientos y sus sentimientos que lo desbordaban. Entonces no dudó en escribirle una carta al tutor en vez de contestar las preguntas sobre historia del nazismo:
 Querido profesor esta tragedia que ha pasado en el instituto vecino no me deja indiferente usted me puede aclarar porque un chico de mi edad comete estos actos yo no le encuentro ninguna explicación, ni loco ni nada, ni menor ni adulto. No se le puede arrebatar la vida a un profesor y a varios alumnos debemos usar nuestras palabras aunque sean palabras odiosas. No sé si será cuestión de ira o de qué, pero  el homicida había hecho una lista con todos los compañeros a los que se quería cargar.
 ¡Profesor deme, por favor, la hora libre que me vaya a mi casa a llorar!

Juanito firmó el examen salió al patio y pudo hablar con sus compañeros y todos estaban como él desconcertados y deseando que tocara el timbre que anunciara la salida del colegio para irse a sus casas, al parecer más seguras que una institución.


Maribel Fernández Cabañas


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