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Mi espacio de paso.


Mi espacio de paso.

Es un lugar con luz tenue de lamparitas que cuelgan del techo y bajan acercándose a las mesitas redondas blancas, aunque hay multitud de lámparas de tubo blanco que están más alejadas de mí y apagadas, porque cuando yo voy es a la hora del café… de noche me imagino que las encenderán.

Me siento en una de las butacas orejeras de color  rosa-fucsia, oigo el hilo musical mientras un camarero todo vestido de negro me dice:” madame “ y yo le contesto un café por favor. Es una cafetería de un hotel internacional en pleno centro de la capital y a su alrededor todo son pisos viejos, donde vive medio Marruecos, es una zona del casco antiguo donde se han asentado los inmigrantes de cultura islámica y es curioso los veo sentados al sol en los bancos de la plazoleta de la puerta trasera del hotel y parece que no hacen nada pero sí , están rezando el Corán.

Maribel Fernández Cabañas.

Conversación.



“Conversación entre dos amigas”.

_ ¡Hola Lucía!,¡cuántos años sin vernos! cinco querida, cinco años, el tiempo que hace que murieron mis padres.
_Lo siento no sabía nada, dice Esther.
_Bueno pero¿ que me cuentas tu?, pues te veo guapísima con ese traje que te sienta tan bien¿ que me cuentas?.Pregunta Lucía
_ Que esta semana he tenido una boda y también hemos ido a Mataró a celebrar el cumpleaños de mi padre, mi pobre madre murió de un cáncer de hígado hace dos años y ahora él está muy solo, acostumbrado a compartirlo todo con ella.
_Dale muchos besos de mi parte a tu padre y dile que me acuerdo de él. Contesta Lucía.
_  Estamos en la misma ciudad y parece mentira que pasen así los años, Bueno,¿ y tus hermanos?¿ están en el pueblo?. Dice Esther
_ No, se han ido todos. Les pasa lo que a mí que no quieren saber nada del pueblo, se han ido a Las islas donde vive mí otra hermana, la casada, y allí se han puesto a trabajar.
_Mi querida Lucia yo no sabía nada… no te preocupes que el tiempo lo cura todo, le dijo poniéndole la mano en el hombro.
_  Fuí una vez en tren al pueblo y por el camino iba soñando despierta que al llegar mi madre me tendría preparada una sopita del cocido, como siempre que llegaba de este largo viaje y no soporté encontrarme aquella casa tan alegre en tiempos y ahora completamente vacía y todo en el lugar de siempre menos ellos. Concluyó Lucía.

Maribel Fernández Cabañas.

Aquí vivo yo I.


Aquí vivo yo I.

En este barrio lleno de jardines y con la playa al lado, se ha criado mi hijo, viniendo al parque a columpiarse o a jugar con los discos del suelo o con las ruedas de caucho. Nos vinimos aquí cuando él nació en 1998.
Él era un bebé y siempre veníamos  al parque, pero han pasado los años y es curioso, yo ahora me doy paseos relajantes cosa que tiempos atrás eran estresantes. El egoísmo de los bebes de no querer bajarse del columpio cuando hay otro esperando ,o salir gritando a ahuyentar a las palomas o porque no quieren dejar de jugar cuando es hora de volver a casa para comer y en ocasiones tener que salir corriendo al ambulatorio porque se había hecho una brecha en la cabeza.
Ahora los domingos el se va a hacer footing con sus amistades y yo me vengo aquí con mi cámara de fotos.

Maribel.


Desayuno.


Desayuno.

Son las nueve  de la mañana, estoy dándome un placer: tomando el sol en una terraza grande con mesas rectangulares de madera fina, mesas amplias para poner el plato de loza blanco con mi bocadillo de fuet, la taza con el café solo, las gafas de cerca, las de sol, las de lejos, mi bolígrafo, mi libreta, el periódico y mi bolso.
Son ocho o diez mesas rodeadas de una vidriera de plástico, para que nos resguarde del viento a mí y a cuatro señoras que también desayunan en otra mesa apartada. Desayunan croisants  y café con leche, por el tamaño de las tazas. Oigo sus tonos de voz agradables pero no lo que dicen, pero por su forma sencilla y moderna de vestir, sus peinados cortos y bien teñidos y sus sonrisas veo que están empezando bien el día, para luego ponerse el delantal, hacer la colada y la limpieza de la casa, atender a sus hijos y a sus maridos que no es poco.
Veo también a los turistas disfrutando del sol en el bus-turístico de Barcelona sin techo. Y me dan las nueve y media y tengo que salir corriendo para ir a coger el bus 41 y meterme en el bullicio de la gran ciudad a aguantar a los clientes de la tienda de ropa que regento.

Maribel.

El cansancio.


El cansancio:

De ir cargando con el bolso, de ir andando entre el bullicio de gente cargadas con bolsas de la compra de los sábados, de tener una amiga al lado a la que contarle muchas cosas pero que no te escucha porque va con prisas a hacer juntas una excursión, pero incomunicadas con auriculares de guía turístico. Un guía que cuenta cosas de un barrio antiguo que se acumulan en mi cerebro y yo miro a María y le hablo en voz alta pero esta me dice que si estoy hablando con el móvil, no sospecha ni siquiera que quiera hablar con ella.
Pero María me hace salir de mi rinconcito de Barcelona y se fija en mí: en que llevo un fular de flores que no me combina con el jerséis a rayas azul y blanco, en que no me he maquillado,  desayuno mucho, que ando muy lentamente. Pero María no me mira a lo ojos no ve que en mis ojos que lo que hay es alegría de estar compartiendo con ella esa mañana, que he vencido mi inercia de quedarme en casa cuidando de mi familia, que he dejado atrás la pereza que me da el salir de mi entorno y de arrastrar mi cuerpo ajado por los disgustos y de que me siento más joven estando entre ella y un grupo de mujeres y hombres, todos escuchando por el auricular las anécdotas que vamos viendo por el casco antiguo de Barcelona.

Maribel

Sensaciones.


Sensaciones.



He sentido mi cuerpo, mis músculos, mis articulaciones, mi fuerza, mi falta de fuerza al subir una pendiente, he sentido el frescor cálido de una mañana nublada y entre sol y nubes la grandeza del mar, aquí al lado de mi casa, con sólo ponerme a pedalear .

 He respirado el aire puro del horizonte pero no estaba sola, en la cama me esperaban mi hijo y mi marido descansando.

Y mi perra  jugando en una residencia canina y yo paseándome a mi misma y no a ella como otras mañanas.



Maribel.

Aclaración

Hola amig@s:
Ahora estoy escribiendo pequeñas "estampas" en las que nada tengo que recordar, porque forman parte de mi presente siempre mezcla de realidad- fantasía y pongo mis propias fotos con ayuda de Agustín Zarraluqui( mi marido).Y los relatos mas largos que me vayan saliendo también los colgaré.
Deseo vuestros comentarios prometo contestaros.

Un beso grande,
Maribel

Vacaciones familiares.


Vacaciones familiares.



No hay nada mejor, en unas vacaciones de Semana Santa, que irse a un  pueblo porticado, con  calles empedradas y dar un paseo, bajo el manto de nieve fina, con paraguas, chirucas y guantes.

Luego, para entrar en calor, sentarnos delante de una mesa bien puesta a tomar una sopa castellana, cochinillo y de postre torrijas. Con la buena compañía de otra familia amiga.



Y para terminar las vacaciones,  la nieve cesa para dejar pasar la procesión del silencio al ritmo de los tambores, con velas encendidas ,en la noche oscura y las mujeres en el balcón del ayuntamiento cantándole una Salve María.





Desde Riaza (Segovia).

Enla terraza.

En la terraza.
En la terraza empieza a dar el sol por las tardes y hoy mi hijo Agustín y yo lo hemos aprovechado: él tumbado en una manta con Nina,nuestra perra a la que quiere mucho y no le importa que le llene la ropa de pelos. Yo sentada frente a él, para vernos las caras y así comunicarnos mejor, leyendo el País semanal.
_ Mamá cuéntame algo.
_ Te leo un artículo, me ofrecí.
_Vale, dijo él.
Le leí en voz alta un artículo corto y me dio su parecer:
_Lo encuentro muy técnico no me gusta este tipo de escritura.
El segundo que le leí era de Maruja torres, que citaba a Goytisolo” tu no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja con un aullido interminable…” y he cantado esta canción hasta el final, me acordaba de ella (Palabras para Julia), de tantas veces cantarla en la Laboral de Cáceres y escucharla en vinilo.
_Mamá, ¡que bonito escrito que hasta tiene canciones!, ha comentado Agustín.
A él le gusta mucho cantar tiene muy buen oído.
Cuando se ha ido el sol hemos abandonado la terraza porque empezaba a refrescar.

Maribel Fernández Cabañas.