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Ramas de Eucaliptos.

Ramas de Eucaliptos.

El jueves, a primera hora de la mañana, paseando por Las Ramblas vi a una señora de aquí que llevaba unas ramas verdes envueltas formando una ramo, destacaba entre los rubios turistas vestidos sin gusto ,con sandalias y calcetines.

Me resultó sencillo el ramo, era un ramo que también veo en la Zona Alta cuando voy al dentista y se les ve muy alegres a estas señoras que superan los cincuenta, a las que me imagino que cuidan mucho de su hogar y yo como curiosa y hogareña , deseaba poner en mi jarrón vacío uno.

Pero siempre iba de paso y a hacer algo. Hasta que hoy casualmente le he dicho a mi marido por favor cariño acompáñame al mercado del barrio antiguo más cercano, ya que en el nuestro sólo hay un centro comercial donde  todo es “estándar” y sin solera.

Magnifico el ramo que me he comprado, resulta que es un ramo de eucaliptos pero de hojas redondeadas y más gruesas que los eucaliptos de La Fuente de mi pueblo, con cuyas semillas me hacía pulseras y collares de niña.Y  mi madre echaba en la estufa de carbón, para que oliera bien la estancia o los vapores de eucaliptos que respirábamos para los resfriados .

Aquí en la distancia de la ciudad, están también las hojas de estos árboles gigantes pero ornamentales y conservan el olor a invierno.

Maribel Fernández Cabañas


PD. Os recomiendo un blog sobre escritura de mi profesora Débora Castillo:”Los lunes en mi casa”

Despertar 2

Despertar 2.

Escribir en este momento de plenitud en el que no ha empezado el día en el que no hay que hacer nada, en el que ya está todo hecho. En el que puedo contemplar el cielo del suave y limpio  del amanecer y vislumbrar por sus nubes rosáceas que hoy, afortunadamente, va a salir el sol y sin verlo en la tele en el tiempo, sino pudiéndolo contemplar y admirar con todos mis sentidos: 
Un pájaro canta más fuerte, desde la rama de un árbol y sus amigos flojito, desde la hierba verde, picoteando gusanitos. Ni un ruido más, sólo los pasos míos y de mi perra. El olor a césped recién mojado por la intensa lluvia de ayer viernes, de mediados de octubre y hoy el día ha amanecido despejado.

Yo puedo escribir con calma y detenimiento, este momento de felicidad, este rato de tranquilidad y me tomo mi tostada con sobrasada de la que nos trajo un amigo de Menorca y mi gusto se despierta con un café calentito.

 Hoy afortunadamente casi nadie tiene que madrugar, ni siquiera los de las tiendas, porque hoy es fiesta pero seguro que en la ciudad algún médico, enfermero, maquinista tiene que hacer que lo más urgente siga en marcha.

Maribel Fernández Cabañas.




Despertar 1.

Despertar
Lucía se levanta a las seis de la mañana la casa está en silencio. Nadie le pide nada ni siquiera la perra que duerme en la habitación de Luisito. Es de noche, todavía el parque está solitario y silencioso ni siquiera se oyen los coches de la calle de al lado. Todo en absoluto silencio, ni un pájaro, ni un niño, ni las limpiadoras del hotel, nadie.
Al rato,se enciende una luz: la de los vecinos del cuarto, que tiene enfrente. Siente que no está sola.Pero esta compañía no le pesa ni la soledad tampoco, disfruta y se dedica a lo que más le gusta que es escribir en silencio, desde su terraza, respirando el aire, que ya refresca, en contraste con el calorcito humano que hay en la casa de cuatro personas que han pasado la noche roncando.

Ella en la terraza escribe unas líneas en la oscuridad de la mañana, rota por la luz del fluorescente que cuelga de la pared. Es el momento más tranquilo que tiene en todo el día en esta ciudad bulliciosa que a las 7 se despertará y ya no será lo mismo. Observa sus plantas, algunas como la alegría de la casa está florida, unas florecitas rosa muy delicadas, y el ficus que le regaló su madre y las margaritas aún cerradas.

Pero esta tranquilidad no dura mucho porque enseguida aparece Luis , a las 7 de la mañana, le da un beso de buenos días y le pregunta¿ Me has preparado el bocadillo para el almuerzo?.
A Luís le encanta que ella se lo haga, así se siente mimado como si aún fuera un niño y a ella no le cuesta trabajo ir a la panadería y comprar una barra de pan recién salida del horno y se va con su perrita que mueve el rabo porque va contenta a dar su primer paseo. El panadero, hace rato que también está despierto.


Maribel Fernández Cabañas.


Andi ( Continuación)


Andi( Continuación)

Andi me quita las canas moviéndome el cabello por partes, como haciendo caminitos con el peine y con movimientos rápidos y precisos va pintando mis canas una a una. Me las deja todas coloreadas y bonitas, Andi va tarareando ”Only you”( The Platters) mientras me pone el tinte y me tapa bien con la batita, y la toalla ,de un solo uso, para no mancharme la nuca. Andi en los días de lluvia dobla mi paraguas plegable y lo deja como a estrenar, el paraguas que yo he dejado medio tirado de mala gana en el paragüero. El me quita la chaqueta y me la cuelga en un perchero para que no se arrugue o digamos mejor para que se planche.

Es capaz de hacer dos cosas a la vez:¡ rin, rin! (suena el teléfono), son las diez de la mañana de un sábado otoñal y él con los guantes de goma puestos y manchados de tinte suelta la brocha, canta, habla, me pide disculpas y me dice que es un momentito que enseguida está conmigo y coge unas toallitas húmedas y se limpia las manos enguantadas y lo oigo hablar: Buenos días señora ¿Dígame? Ah pues ahora tengo un color y cuando acabe el color tengo que cortar a otra señora, le va bien a las 11?.  Lo anoto a las once señora Domínguez una permanente. Gracias y hasta luego.

Yo lo escucho y alucino de lo rápido que lo hace todo y lo observo mientras sigue tocándome el pelo. Lo veo por el espejo y sus pies sus manos sus ojos no paran: da pasitos por el espacio que tiene entre mi cabeza el sillón y la mesita con ruedas donde están sus utensilios y el cuenco con la pasta del tinte, a la vez que mueve sus manos cogiendo a picotazitos ,como los gorriones, pequeñas cantidades de tinte con su brocha y  va cubriendo mi cabellera, a la vez mira a la gente que pasa por la calle y que van al mercado o a hacer footing y me pregunta que si quiero una revista.

Y deja mi cabeza y coge la de otra señora, no sin antes recogerlo y ordenarlo todo,  a la vez habla con una mamá que trae a sus dos mellizos, que han llegado a cortarse el pelo y yo me quedo leyendo la revista y dejo de mirarlo porque si no me agota.
Pero de pronto los mellizos empiezan a tocar todos los potingues que tiene Andi colocados pulcramente, en pequeñas estanterías y a desordenar las revistas.Con mi cabeza en la revista oigo a Andi que empieza a cantar más alto y a moverse más rápido,
“Poronpompon, porompompon, pon, pero”( de Manolo Escobar). Veo, a través del espejo su cara, mientras el tinte que me ha puesto hace su efecto, sus ojos están desorbitados, sus cuatro pelos de punta, sus manos no paran de moverse agitadas haciendo aspavientos, sus pies se desplazan hasta la puerta de la calle y la abre y la cierra varias veces.Va y viene por la peluquería sin tocar ninguna cabeza.
Hasta que pierde la compostura y le dice a la mamá gritando: ¡ Señora llévese a sus niños que yo sólo atiendo a señoras mayores!.



Maribel Fernández Cabañas.