Lucía se
despertaba siempre con la primera luz
del sol. Vivía en una granja y mientras sus siete hermanas seguían durmiendo,
ella cuidaba de los animales de la granja en la que vivían: le echaba pienso a
la yegua, a las mulas, a los cerdos, a las gallinas….Cuando terminaba regresaba
a la casa y preparaba el desayuno para sus siete hermanas: Siete buenas tostadas con sofrito de la matanza y
siete tazones de café con leche.
A las nueve en invierno y a las ocho en verano, Lucía las
despertaba a todas cantando contenta: Corre,
corre caballito, corre por la carretera corre, corre caballito que la cuadra
allí te espera…
Mientras
desayunaban, Lucía y sus siete hermanas, hacían el planing del día: Por la
mañana acudirían a la escuela. Algo imprescindible si querían dejar de ser
granjeros y convertirse en Funcionarios del Estado, tener un sueldo fijo y
vivir en la ciudad, donde podrían ir al teatro, al cine, a conciertos y otros
espectáculos, que en una granja ni por asomo se pueden ver.
Por la tarde
ayudarían a Lucía, que era la que llevaba todo el peso de la granja. Para que
ellas pudieran convertirse en siete mujeres de provecho: Ordeñarían las vacas,
trabajarían en el huerto recolectando las zanahorias y las patatas y cada una se lavaría su ropa en el panero.
─Nada de juegos.
Ya echaremos un parchís por la noche en la mesa de la cocina al calor de la
chimenea ─dijo Lucía─.
Pero una mañana mientras ella fregaba el porche y
tenía al fuego unos garbanzos, llegó a
caballo una mujer de larga melena negra, con una verruga en la nariz y un
vestido oscuro.
Que ofreciéndole
una manzana le dijo a Lucía, que estaba asustada:
─ Muérdela que se te pondrán los dientes fuertes y te
dará alas como el rebull.
Lucía, que siempre había sido una chica muy ingenua, se
lo creyó y se la comió entera.
Por la tarde
cuando llegaron cantando sus siete
hermanas de la escuela
Ay ho!!Ay ho!! Ay ho, ay
ho, al campo a trabajar…
Se extrañaron un poco de que su hermana la mayor no
saliera a abrazarlas y además les dio un tufillo a quemado.
─Hermana, hermanita ya estamos aquí dispuestos a trabajar
─dijeron a coro entrando en la casa─
Se la encontraron
tumbada en su cama. Parecía como dormida. La rodearon y todas empezaron a darle
besos en la frente, a tocarle la mano y hasta la zarandearon, pero Lucía no
despertaba.
Entonces las dos más mayores, que iban para
enfermeras, dijeron:
─ Le late el pulso está dormida
Y le prepararon un café con sal bien cargado .Entre las
dos la incorporaron y con un biberón le hicieron tomarse el brebaje,
Lucía vomitó hasta
la primera papilla y les contó lo que había pasado.
La mujer del caballo apareció al día siguiente a la misma
hora. Pero esta vez, cuando la vio, Lucía se armó de valor y sacó a todos los
animales de la granja a recibirla. El caballo de la malvada se espantó,
alzándose sobre sus dos patas traseras. Eso hizo que la mujer de negro cayera
al suelo y se golpeara la cabeza. De su mano rodó una manzana reluciente. Una
manzana que esta vez nadie se comería.
Maribel Fernández Cabañas