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ANTONIETA

 

Mi vecina Antonieta de noventa años, unas veces haciendo gimnasia o en silla de ruedas o imponiendo su criterio en la cola del centro de salud.

       Se por su hija que cocina muy bien y también tiene dos nietos mayores. Es muy alta y ha viajado mucho. Alegre y amistosa siempre optimista da gusto hablar con ella, tiene buen tipo a pesar de sus años.

      Cuando mi vecina Antonieta se apuntó al grupo de gimnasia suave, hacíamos gimnasia juntas y le gustaba hablar de su nieto el mayor. También me contaba que su nieta ha viajado varias veces a la India. Con el paso del tiempo me iba desgranando su vida y la de sus nietos.

       Yo la admiro porque comparándola con otras señoras mayores deprimidas, ella no se achica ante ningún problema. Ella que tiene artrosis, anemia y la tensión alta. Siempre va con su sonrisa, incluso en la silla de ruedas para subir a la ambulancia.

      Cuando tuve el esguince de tobillo me dijo:

 ─ ¡Eso se pasa pronto!

 Por el contrario, la amiga que la acompañaba me comentó:

─ ¡Se te volverá a torcer! Ten cuidado no te vayas a caer que un esguince tarda en curarse.

     Me alegro mucho de tener una vecina así de optimista.

     Antonieta levanta la moral a toda su familia y transmite energía allá donde va.

 

ESPERAR

 

      Voy combatiendo el malestar que paso cuando veo a las personas enfermas fijándome en la belleza que puede haber en la sala de espera del médico, el otro día fui a hacerme una ecografía y había dos chicas jóvenes que hablaban de sus cosas y se reían a carcajada limpia, yo las miraba y me reía con ellas, aunque no entendía su idioma.

 La risa no tiene barreras.

      Pasaban los minutos y dejaba mi abrigo en una silla y me paseaba por el largo pasillo del sótano buscando aire fresco, eso me reconfortaba y escribía en mi libreta.

      En estos pequeños paseos vi a otra mujer con el pelo entrado en canas como yo, una haciendo ganchillo y pensé otro día me traeré la bufanda de punto que estoy tejiendo.

      Y siempre agradezco a mi familia o amigos que me esperen a la salida para tomar un zumo de naranja y compartir con ellos que todo ha ido bien.

 

                                                                MaribelFC

 

OJOS TRISTES

 

Hace muchos años fuimos a un concierto de Camarón de la isla y un amigo que me contemplaba y me apreciaba me dijo tienes unos bonitos ojos negros tristes.

No se que vería el en mi como no fuera porque  nunca he mostrado mi tristeza, si era a causa de cualquier problema de la vida me daba un paseo y se me pasaba, lo resolvía como podía y escribía en mi diario.

Hacía deporte en bicicleta para ir a trabajar y por la pequeña ciudad de provincia podía salir con mis amigos andando.

Han pasado los años los amigos me acompañan y tengo una familia nacida del amor.

 

 

UNIVERSIDAD LABORAL (continuación)

 

En el primer año lloré mucho cuando me suspendieron biología como venía de un nivel bajo en EGB, pero estudiando mucho conseguí ponerme al nivel exigido y además tenía buenas compañeras de habitación.

Recuerdo cuando suspendía biología el primer año que entre el miedo a perder la beca y la separación de la familia…el caso es que Genoveva la profesora me propuso repetirme el examen oral en la cafetería, con su cariño me salió bien y me aprobó.

En sexto de Bachillerato me iba con cuatro amigas de mi curso a Cáceres a tomar un pastel de plátano y un vaso de cola cao.

Cuando salíamos  los domingos nos encontrábamos con chicos que estaban allí haciendo la mili y había una chica asturiana mayor que nosotras que salía con uno de ellos a sus dieciséis años.

En Cáceres también nos comprábamos los vaqueros y la camisa a cuadros. Y con estas amigas y después de tantos años nos vemos o hablamos por teléfono.

UNIVERSIDAD LABORAL


Me acuerdo de cuando estaba en el internado, mis padres me llevaban en el taxi del pueblo hasta Mérida que era el punto de encuentro donde los autobuses esperaban a todas las niñas de Extremadura.

El internado era la Universidad Laboral de Cáceres y las condiciones que se requerían eran que el padre o la madre fuesen mutualistas (carteros, médicos, agricultores, minería…) y tener buenas notas.

Yo tenía buenas notas y un maestro llamó a mis padres para informarles de las becas para estudiar bachillerato y COU, acababa de cumplir catorce años y me fui a Badajoz a entregar los impresos para solicitar la beca.

El primer año de internado lloraba mucho porque echaba de menos a mis padres y a mis hermanos ,que de verlos cada día pasé a verlos cada tres meses; suerte al teléfono de Filomena Martin una buena amiga de mi tía que tenía teléfono y yo desde una cabina llamaba y hablaba  con mi familia.

                << CONTINUARÁ >>

PERRUNILLAS

 

       Hace muchos años que yo estaba de luto e iba cada tarde a casa de Angela, antigua vecina que me enseñaba como limpiaba y luego congelaba los pimientos y calabacines. Me enseñaba los pajarillos que tenía en su patio y las plantas, ella me escuchaba y me daba cariño que era lo que yo necesitaba.

       De pequeña esta vecina y sus dos hermanos vivían en la calle Madrid con sus padres y yo vivía al lado en casa de mi abuela y por las noches nos sentábamos en la calle a tomar el fresco porque en Extremadura hacía mucho calor en verano.

        También teníamos buena relación con otra vecina viuda muy hacendosa, me gustaba verla haciendo la masa de albóndigas con carne picada, ajo y perejil.

       Ya de mayorcita nos cambiamos de domicilio. Ella a una calle corta donde había una peluquería donde mis hermanas y yo nos cortábamos el pelo y al salir entrabamos en casa de Angela y nos preparaba unos huevos fritos con pimentón de la vera.

       Los padres de Angela además de la casa del pueblo tenían una casa de labor al lado del rio Guadiana donde cultivan maíz y por las tardes nos íbamos andando por el camino de las acequias y nos convidaban a café con leche y perrunillas, que son unos dulces típicos de Extremadura. Nos dejaban ver las gallinas e incluso nos daban huevos.

       Llevo ya muchos años en el Norte, pero los recuerdos del sur no se borran, son los de mi infancia y adolescencia.

LA REGLA

 

       Me acuerdo cuando me empezaron a salir las tetas yo buscaba sujetadores en el doblado, sujetadores de mi madre y les ponía relleno.

       Con mis primas del pueblo nos enseñábamos las tetas y una de mis primas y yo teníamos el pezón invertido.

       Cuando engordé en el internado y me compré un sujetador, me miraba en el espejo de mi madre, que era el único que había en la casa y mi hermana me decía que era una tetona, que me quedaba mal la blusa. Menos mal que mi madre me levantaba la moral y me decía que saliera a pasear que iba muy guapa.

       Mi abuela no dejaba a mi madre hablar de sexo y yo aprendí más de las amigas, que me llevaron al mundo de las compresas y los tampones. A mi padre le gustaba leer y tenía medio escondidos dos libros de vida conyugal y sexual, la que se los leía era mi hermana.

        Recuerdo también cuando iba a casa de mi prima la de Montijo y entrabamos en la oficina de su padre, ella cogía libros de sexualidad y maternidad y los leíamos a escondidas.

       Yo tenía reglas dolorosas y lo que hacía era irme a andar a ver si se me pasaba el dolor y más tarde mi madre me acompañó a un ginecólogo conocido y me mandó un medicamento.

        Pasaron los años y una ginecóloga de Sevilla me habló del condón y de las pastillas anticonceptivas.

       Recuerdo en el pueblo que jugábamos a tocarnos jugando a médicos y enfermeras en un rincón del corral donde no nos vieran los adultos.

Y basta que hablar de sexo estuviera prohibido para que hubiera más interés. En la actualidad hay más información y menos sexo.

 

 

 

 

 

 

TALLER DE ESCRITURA CREATIVA

 

Alicia recuerda su primer taller de escritura en el barrio del Raval donde hay una estatua del recientemente fallecido Botero, sí en la rambla del Raval hay una escultura de un gato negro muy voluminoso.

El taller empezaba a las cinco de la tarde y antes de entrar ella y Julieta merendaban y charlaban de sus intimidades.

Su amiga Julieta, siempre estaba pensando en no engordar y con un café tenía bastante, sin embargo, Alicia se comía un trozo de pizza.

El taller estaba ubicado en un bajo con patio donde por las noches se convertía en un restaurante. En la entrada había muebles antiguos y un gato tomando el sol.

 En el piso de arriba vivía la dueña amante del arte de la cocina que luego se cenarían los clientes nocturnos.

En verano era agradable estar allí, pero en invierno no se podían quitar los abrigos.

La profesora leía en voz alta el texto y luego le preguntaban dudas sobre la teoría y lo que más le gustaba a todos era poder leer en voz alta el relato y escuchar los comentarios para luego reescribir. La profe nos dejaba libertad para escribir según la inspiración.

A Julieta la profe le decía que hiciera más largo el relato que ella iba para novela y que tenía un castellano muy puro.

 A Alicia los comentarios de Leticia eran los que sabían captar la esencia de lo escrito y también le gustaban los de Auri que le corregía la gramática.

Eran un grupo que llevaban ya tres años juntas y se llevaban muy bien.

 Llegó un día en el que la profe con mucha tristeza dijo que cerraba que ya no podía enseñarnos más y Leticia se fue a la Escuela de Escritura y Alicia a Fuentetaja Literaria.

Y todavía siguen en contacto, aunque se vean de higos a brevas.

                                                         - Maribel FC

MISIFÚ


 

Pedro vivía en un pueblo de calles sinuosas donde los vecinos eran alegres y salían todos de sus casas que eran bajas y soleadas pero los niños no podían pasar por los callejones oscuros, largos y estrechos por la noche, solo podían ir al callejón de de la señora Soledad, que era la curandera del pueblo y acompañados de sus padres.

La señora Luz vivía en una casa oscura llena de libros y de pociones de todos los colores para curar males, hacer hechizos con hierbas venenosas o pociones de amor.

Pedro que   era ya, mayorcito durante el día salía a jugar por todos los rincones del pueblo con sus hermanos y más niños, unos con bicicleta y sus grandes caídas, otros a canicas, futbol, baloncesto otros a las adivinanzas y se lo pasaban muy bien siempre y cuando llegaran a sus casas antes de que se hiciera de noche, porque por la noche salían personajes que no eran muy de fiar.

La casa de Pedro tenía dos puertas, la puerta de atrás, que daba a un callejón y la de delante que daba a la calle principal, por las noches estaban seguros porque tenían un gato negro llamado Misifú que esperaba a Pedro y a sus hermanos y en cuanto los oía venir silbando o cantando él se metía en casa y los recibía por la puerta de delante y se alegraba de verlos.

Pero ocurrió un día en el que Pedro aprovechó cuando todos dormían y Misifú estaba entretenido buscando ratoncillos y Pedro se encaminó al callejón de la señora Luz la que enseguida le abrió la puerta, era una casa siniestra sin ventanas.

─ Que te trae por aquí Pedrito

─ Que vengo a por una poción de amor

─ Te la daré con la condición de que te quedes a ser mi ayudante puesto que el que tenía se me ha ido.

El niño aceptó y esa noche la curandera, como quien caza mariposas, lo atrapó con una red para que viera lo que ella hacia y allí estuvo toda la noche sin comer y queriéndose escapar.

Sus padres, Misifú y sus hermanos lo buscaban sin encontrarlo. Hasta que una vecina que a primera hora de la mañana se presentó con su pequeño para que le curara el mal de ojos y lo reconoció, y fue a contárselo a sus padres y le dieron las gracias y corriendo se encaminaron hacia alli.

Misifú el primero en entrar en la casa de la curandera y fue arañando la red para liberarlo y por fin Pedro quedó en libertad y eso sí con una buena reprimenda de sus padres que lo castigaron una semana si salir de casa y cuando acabó la semana el niño y los padres hicieron un pacto , Misifú se encargaría de los niños cerrarían las puertas a cal y canto a las diez de la noche así que desde ese día Pedro y sus hermanos llegaban puntuales y el gato al oírlos llegar avisaba a sus padres y le abrían la puerta principal y en la trasera pusieron  un cerrojo bien grande.

Pasó un tiempo y la curandera le trajo a Pedro la esperada poción sin cobrarles nada y Pedro se la tomó para declararle su amor  a una muchachita de la que se había enamorado, y fueron felices muchos años.

Y, cuento contado, cuento acabado.

 

 

 

 

PUERTO NAOS

 

                                              

Me gusta despertarme a las seis de la mañana, cuando el día no ha sido tocado por nadie. A esas horas no hay ni ruidos de coche ni de ninguna otra cosa. El mundo está mudo. Y oscuro.

Aunque mientras desayuno─ un trocito de queso y luego un café─, los primeros fulgores del amanecer empiezan a deshilachar el manto de la oscuridad. Enseguida el cuerpo me pide pasear, ir a ver el mar, caminar a buen ritmo por el paseo marítimo, que se muestra solidario, virgen. Ojalá fuera así todo el rato. Es lo que le pega a esta isla tan bonita y ecologista.

La arena de la playa es negra volcánica y contrasta con el blanco del romper de las olas. El sol tarda mucho en salir: De la total oscuridad se pasa un cielo limpio gris- celeste y en cuanto el celeste empieza a dominar sobre el gris, bajo corriendo a dar mi paseo.  A esas horas algunos turistas alemanes ya se me han adelantado y emergen de entre las olas de su primer baño en las frías aguas atlánticas, que yo aún no he probado.

Ya conozco a los paseantes de las ocho de la mañana, son tres hombres que van y vienen varias veces por el corto paseo marítimo y llevan un perrito negro con la correa y van conversando.

Otra cosa que me llena por completo es poder estar un rato con algunos de mis hermanos hoy he podido disfrutar de un poco de tertulia con mi hermano Jorge y su mujer y luego se ha agregado mi querida hermana Mar, guapa y alegre.

En cuanto a comidas, hay un queso fresco palmero que siempre que vengo aquí es mi delicia. Lo tomo como quien  toma un manjar, me como un cuarto de queso de un bocado.

Al mediodía mi marido y yo nos quedamos cada uno con sus cosas, él con su ordenador y yo con mi siesta, para luego por la tarde seguir con nuestros paseos y tertulias familiares.

 Las puestas de sol son tardías y tienen un anaranjado especial en contraste con la arena negra y el verde oscuro de las palmeras.

 A esas horas es cuando las terrazas se llenas de vecinos que disfrutan de buenas papas arrugás con mojo picón y carne o pescado para cenar.

 

LA CALDERA DE TABURIENTE

 


       Hace muchos años Alicia iba con su familia y amigos a adentrarse en el parque natural de “La caldera de Taburiente”.

       Subían por el barranco con zapato deportivo para no resbalarse en las piedras.

       Por el barranco corría el agua limpia y fresca y cuando llegaban a la zona de acampada había un riachuelo donde se lavaban, bebían, cocinaban y fregaban los platos.

       De ahí en adelante el recorrido era demasiado abrupto para seguir y se quedaban en el remanso unos días.

Hace poco han vuelto pero “La caldera” está triste por la sequía.

                      Maribel FC

 

ANDREA


Era el último verano que Andrea pasaría en la casa familiar, antes de marchar a la universidad, y pensaba aprovecharlo al máximo.

Toni, el chico más guapo de Garrobillas, llegó a la piscina donde Andrea tomaba el sol con unas amigas y se presentó sin más,

─Hola, chicas.

─Hola Toni, respondieron al unísono.

─ ¿Puedo darme un baño? Llevo casi una hora andando bajo el sol.

─El agua te sentará bien, yo entro contigo─ respondió Andrea feliz.

No fue sólo un baño, sino que jugaron a hacer el delfín buceando, y Toni la sujetó por la cintura alzándola suavemente por encima del agua.

Quedaron más veces, ya sin amigas. Se colmaron de besos y arrullos, en un bonito romance.

Pasó el verano, Toni subió al tren. Andrea lo veía desde el andén, las lágrimas, el silbido del tren… Toni se percató, saltó del tren, la cogió de la mano llevándosela con él.

 

 

LA CRIADA

 

       Mi tía tenía una criada que se llamaba Juana se sentaban juntas a tomar tostadas de paté la piara antes de que Juana se pusiera a trabajar.

       Cuando yo iba a visitarla y coincidíamos mi tía le contaba que yo estaba dando clases y estudiando, porque estaba muy orgullosa de mí.

Por aquella época yo me recorría Málaga en bicicleta y comía en su casa.

       A mi tía siempre le hubiera gustado trabajar, pero se dedicó a ser ama de casa como casi todas las mujeres de su época. Hacía muy bien ganchillo y también cosía a maquina yo una vez le llevé tela para que ella me hiciera unas sábanas y le hacía algunos recados que me pedía.

       Cuando yo le dije que el marido de una amiga mía vendía mochilas y necesitaba costureras ella lo hizo, pero eran trabajos esporádicos.

       Y mi tío escribía muy bien y yo les mandaba cartas y los llamaba cuando me dieron la plaza definitiva en un pueblo alejado de la ciudad y los echaba mucho de menos.

Ahora los tengo en el recuerdo.

LOS COMERCIOS

 

       Alicia recuerda cuando era una niña y jugaba con los niños de la calle, uno de los juegos era los comercios.

       Cogían hojas de pita y las cortaban a trozos y era el jamón, también tierra y era el azúcar y con papel de periódico lo envolvían y se lo vendían al niño que venía a comprar. El mostrador del comercio era una piedra de molino.

        También recuerda jugar con los niños al pincho a ver quien lo clavaba en la tierra, a las canicas y al fútbol o saltar a la comba hasta que nuestras madres nos llamaban para comer.

        Y ya de más mayorcitos se ganaban un dinero pelando almendras en casa de una vecina.

Y en verano iban a bordar o a corte y confección.

A pesar de que por aquellos tiempos no había gran cosa en el pueblo pasaron una infancia feliz.

VILLAGONZALO

 

       Mi madre y sus hermanas de solteras se iban con el mozo de mi abuelo a un pueblo cercano al mío, Villagonzalo, donde vivía mi tía Rufi que era muy culta y escribía poesías se ponían el traje de sevillanas y se montaban a caballo.

       Con esa alegría he vivido mi vida en mi pueblo y de jóvenes nos íbamos con los amigos a ver a tía Rufi con Martin, mi amiga Sonia y Luis echábamos allí el día.

       El mozo  llevaba a mi madre y a mis tías en el carro tirado por mulas. Yo no conocí a mi abuelo materno parece ser que le dio un infarto mientras jugaba a las cartas en el casino del pueblo mi abuela materna estaba siempre en casa y de luto y se ponía en la sala que daba a la calle y tenía una amiga que iba cada día a visitarla.

       El marido de mi tía Rufi era un hombre de campo al que le gustaba mucho leer y con un carácter dulce le gustaba vernos por allí.

       Un día conocí al hijo mayor que trabajaba y estudiaba en Barcelona y yo pensaba que lejos… nos contaba que ya no le gustaba el pueblo por los chismes.

       Y mira por donde al cabo de muchos años vivo en Barcelona a la que yo veía tan lejana.

                                                                       Maribel FC

A TRAVÉS DEL HILO DEL TELÉFONO

 

Faltita me hacía  escucharte amiga Susi, tan cotidiana, tan cercana, tan relajada, tan tranquila, paseándote por un pueblo de Santander me vas contando que  entras en una tienda a comprar fruta.

 Mientras yo te voy contando mi paseo, en otro extremo del mapa, respirando el frescor del atardecer por los jardines de mi barrio, la hierba recién regada, las floridas enredaderas que decoran las tapias del parque.

Voy paseando con un vestido vaporoso, junto a una vecina, alegres de tener a nuestros perros bien educados para andar  entre los senderos del parque central, sin pisar las plantas.

 Se respira el aroma que van dejándonos  los jardines de lavanda y  romero.

                                                                    Maribel

 

LLUVIA

 

El olor a tierra mojada,

Truenos, frescor primaveral.

Alegría de que llueva,

para la ciudad y el campo.

Los bañistas salen corriendo de la playa con sus sombrillas.

Así tendría que ser más a menudo.

 Que hay sequía dioses de la lluvia.

 Como cuando íbamos en moto a Tossa de Mar en agosto y aparecían nubes,

Nos parábamos en una gasolinera hasta que descargaba la tormenta.

Y hoy todas las ventanas abiertas para dormir escuchando la lluvia.

Maribel

 

EL LIBRO DE RECETAS

 

En mi infancia de hijo único disfrutaba mucho cuando venían mis tres primos los del pueblo de al lado y jugábamos en el corral de mi abuela y en la calle, mis primos eran hijos de mi tía Ana que se había casado con un señor rico y este le compraba los mejores juguetes del corte inglés a mis primos a pesar de que ellos sacaban malas notas.

Mi tía Ana a veces me invitaba a su bonita casa y allí me lo pasaba muy bien en la hamaca que tenían en el jardín, con su gatita negra que siempre se dejaba acariciar y también nos bañábamos todos en su piscina.

Mi tío mandó a mis primos a un colegio interno de jesuitas que estaba en el pueblo principal de la comarca. Yo seguí estudiando en el instituto y de adolescentes casi no nos veíamos porque a mis primos los curas los castigaban sin salir los fines de semana por su mal comportamiento. No les gustaba ni estudiar ni estar internos.

 A mí por el contrario me gustaban los estudios y quería ser maestro.

Acabé la carrera de magisterio, pero no encontré trabajo, las oposiciones por aquellos años estaban congeladas. Estuve un tiempo en una asociación de maestros en paro y allí conocí a Berto y a Alonso compañeros con proyectos que parecían alocados y difíciles de realizar, pero les seguí la idea. La verdad es que me contagiaron su entusiasmo. Eran lo que ahora llaman emprendedores.

Íbamos a fundar la segunda fábrica de helados de nuestra comarca, sus familias eran pudientes y le dieron un buen capital inicial.  Con el aval de mi padre pedí un préstamo y aporté mi parte junto con el libro de recetas que había manuscrito mi difunta abuela en una gran libreta antigua de las de llevar la contabilidad. Eran recetas de repostería, limonadas y helados.

Nuestra fábrica de helados comenzó a marchar, no iba viento en popa, pero si bien. Y al cabo de unos años nuestros helados y limonadas se repartían por todo el sur de España. En vez de ganar amortizábamos lo que habíamos invertido, pero nos sentíamos muy ilusionados con nuestro nuevo trabajo de empresarios- obreros; también trabajamos en la cadena de producción.

Las ganancias aumentaron, nuestros padres y amigos nos felicitaban, pero los avaros de mis primos nos envidiaban. Se las ingeniaron para convencer a su madre de que pidiera la herencia de mi abuela y reclamar el libro como parte de ésta.

Mi tía Ana decía que había que repartir el ajuar, todas las pertenencias de mi abuela y vender las propiedades. Ella además se quedaría con los muebles de comedor y el libro de recetas.

─ El libro de recetas me lo regaló madre en vida y lo tiene mi hijo en la fábrica de helados. Le diré que mande a hacer una copia para todos - Decía mi padre.

Al día siguiente en cuanto mi padre me lo contó, mandé el libro de mi abuela a una copistería de la capital. Yo sospechaba que detrás de esto estaban mis primos. Siempre, desde pequeños, habían sido unos peseteros. Encargué una copia para cada uno de mis tíos y otra para mí.

Mi padre le entregó el original a mi tía para que hubiera paz. Y lo que hicieran con él no me importaba, nosotros teníamos ya mucha práctica .Además habíamos creado muchas recetas personalizadas.

No tardó en haber una tercera fábrica de helados.

Nos copiaban los helados, encima los vendían más baratos. Nuestras ventas bajaron, hasta tal punto que yo ya no sacaba para amortizar el préstamo y tuve que dejar de ser miembro de la fábrica y me fui a trabajar a Francia para poder pagarle al banco. La verdad es que pronto entré de profesor de español en una escuela, pero veía injusto lo que habían hecho mis primos y allí contacté con heladerías artesanales y trabajé en mis horas libres. Estuve un tiempo en el que no quise saber nada de mis primos. Luego mi madre me llamo por teléfono para decirme que mis tíos habían fallecido en un accidente de tráfico. supe por mi madre que Mis primos cerraron la fábrica y se dedicaron a vivir de la renta. Se habían aficionado al juego y convertido en unos ludópatas.
Seguí en Paris pues allí rehíce mi vida, ya no quise volver a mis raíces.

 

Maribel

MUNICH

 

       Llegar de noche dormir y amanecer en casa de nuestro hijo para ver la ciudad en la que vive.

       Contemplar edificios como la ópera y la iglesia en la que al entrar hay dos huellas de pies que cuenta la legenda que son la del diablo y que si las pisas y pides un deseo se te cumple.

       Por otra parte, está la iglesia de María y unos jardines inmensos que al final después de andar mucho te encuentras con un castillo y el rio Isar.

Al dar un paseo largo por un parque lleno de carriles bicis está el canal   que no lleva corriente cosa contraria al rio Isar que hay hasta saltos de agua y gente haciendo surfing.

       Paseando por el canal de aguas tranquilas vemos ocas y ardillas y nos sentamos en una terraza con mantas para contrarrestar el frio mientas tomamos un Frankfurt.

    Maribel

MARÍA FLORENCIA

 

María Florencia empezó a trabajar en mi casa porque se fue a su país la mujer de la limpieza que yo tenía antes. Por un anuncio en la papelería de mi barrio, contraté a María Florencia.

Mi casa es la única casa que limpia, aparte de unas escaleras y unas oficinas.

Cuando entró parecía muy callada y formal. Ella es bajita, morena y de pelo largo, atado en una coleta.

 La primera vez que entró en mi casa empezó hablándome de sus problemas. Me dio pena cuando me contó que su hija de diecisiete años no se ha querido venir a España, sino que se ha quedado estudiando sola en su casa.  Y ella se angustia mucho y llora. Sufre porque quiere tener a su hija aquí con ella.

─ Mamá que quieres que sea como tú que, por no estudiar, mira limpiándole la mierda a otros.

─ Mamá yo no quiero ser como tú y aquí me las sé apañar bien. Tú sigue ahí con papá.

(Me contó que le decía su hija por videollamada)

Pensé que mal educada es la niña, sólo lo pensé y de mi boca salieron estás palabras: ─ Tu hija te quiere, María Florencia. Ya verás como cuando le den las vacaciones en el instituto vendrá a veros, no te preocupes tanto.

El caso es que desde ese día me dio pena y le cogí cariño.

A medida que el tiempo ha ido pasando, María Florencia ha ido cogiendo confianza…quizá excesiva confianza. Sinceramente, me gusta que nos tutee y que se sienta como en su casa. Lo que peor llevo es ese afán suyo por saberlo todo siempre que me ve entrar por la puerta. De dónde proceden mis compras, cuánto me han costado y especialmente, de dónde vengo.

─Esa bolsa es de Zara ¿no?

O bien:

─ ¿Cuánto te ha costado esa colonia?

O:

─ ¿Vienes de la farmacia?

Al principio me quedaba un poco perpleja por su interrogatorio, pero iba contestando educadamente. Ahora entro por la puerta de la calle y veo que va a empezar el interrogatorio, me meto en el estudio cierro la puerta y cuelgo un cartel” No molestar estoy escribiendo”

Así, María Florencia sigue cayéndome bien, y todos contentos.

 

Maribel

 

LA NIEVE

 

       El primer contacto con la nieve fue en Gredos, andando con bolsas de basura en las botas de montaña y pasando frío.

       Mas adelante en Sierra Nevada resbalándonos con bolsas de basura estilo trineo.

       Y de ahí a los Pirineos con esquís y traje apropiado pasando calor.

¡ Qué bella es la nieve !

                             

 

INTERNADO


       Teníamos catorce años cuando nos conocimos en la laboral de Cáceres en la clase de quinto de bachillerato, quinto J (Quinto jota queremos que en el día del examen… cantábamos mucho sobre los profesores) yo me sentaba con Nieves que era muy calladita y muy amiga de Carlota que me quería cambiar el sitio porque ella estaba al lado de una chica que parecía mayor que nosotros y no se duchaba y olía fatal y siempre estaba dibujando.

       Me quedaba a dormir en una habitación con Pepa que ahora es farmacéutica y con Toni que era muy tranquila y cariñosa, pero Nuria que había perdido a su padre y era un terremoto y tenía el ropero todo desordenado con mucha ropa de marca y zapatos mocasines también de marca.

       Mi tía Tere me había dicho que no me enfadara por las bromas pesadas y no me enfadé cuando me fui a dormir y todas mis sabanas estaban llenas de polvos de lavar.

       Y no me enfadé volví a hacer la cama sacudiéndolas bien, por otra parte, Pepa me decía mira yo tengo un cocodrilo en mi polo estos son los buenos el que tú tienes de la rana es falso y yo le decía a mí me gusta más el mío porque lo lavo y se me seca enseguida. A nuestra habitación venía mucho Clotilde y se quejaba de Candela una chica de su habitación que era muy alta y con una mancha grande y morada en el rostro que se estudiaba los apuntes en voz alta y me decía a mí que nos cambiáramos de habitación y yo le decía una y otra vez que no que a cada una la habitación que le había tocado.

       Y me iba a la habitación de una amiga de mi pueblo que era mayor que yo y ellas me dijeron que tenía que irme acostumbrando a estar con las de mi curso que era lo mejor para mi salir a Cáceres con las de mi edad y entonces yo salía con Carlota y Nieves.

       Y lo mejor fue en sexto de bachillerato que me asignaron a una habitación con Esther, una compañera catalana y con Asun que era vasca.

       En esa habitación yo era feliz porque eran buenas conmigo y nade criticaba mi ropa y hasta me prestaban la suya y no me hacían bromas pesadas.

LA SIERRA

 

       Al despuntar el día nos adentrábamos en la sierra,

       Florecillas silvestres, águilas planeando.

       Contemplar a los buitres en lo alto de la roca,

       Esperando a cazar alguna presa.

       Horas y horas andando hasta el remanso de agua y hacer una parada para comer.

       Y una vez explorado el recorrido...

       Llevar a los niños de la escuela al aula de la Naturaleza.

       A  lo lejos los pinos del pinsapar.

           

                                      Maribel

CARNAVAL

 

       Alicia recuerda cuando ella estaba estudiando Magisterio en Badajoz, por aquel entonces estaban prohibido los carnavales y pasaron algunos años y los retomaron.

       Alicia tenía un amigo pintor y como no tenían traje se pintaron la cara, ella iba de televisión en color con toda la cara a rayas de colores en la plaza de san Francisco había música y muchos allegados de pueblos vecinos.

       Luego se fue a Sevilla a trabajar de maestra y una amiga de Badajoz la invitó a su casa por carnaval Alicia se quedó sorprendida con los trajes que lucían niños y mayores ella lo que se hizo fue una túnica de camuflaje de los de guerra y lo cosió con grapas.

       Pero no se lo pasó bien extrañaba la calle Betis con las amigas del pueblo que vivían en Sevilla y compartía piso.

       Ahora los ve por televisión y se asemeja al de Tenerife por el derroche de fantasía y lujo en los trajes.

                       Maribel

 

ALICIA Y ROBERTO

 

       Alicia tiene varios hermanos, pero el más cariñoso es Roberto nunca se queja de nada, aunque esté mal de la espalda el es risueño y su mujer es amante de los animales y del medio ambiente. En su patio tienen una jaula muy grande con diez y nueve pajaritos y una barbacoa.

       También un huerto con fresas, tomates cebollas, patatas … y al final del huerto un gallinero muy grande.

       Esta vez después de muchos años han venido a esquiar, a visitarla a ella y a unos parientes.

        Sólo  han estado juntos un día. Lo han pasado muy bien con el y su familia a la hora de comer, y como  hacia buen tiempo  por la tarde los llevó a la Montaña mágica con atracciones.

       Han hablado de amigos comunes y de los primos del pueblo, él siempre se alegra cuando   uno de ellos  ha montado un negocio, por ejemplo.

        Alicia es la más cariñosa de las féminas, les escribe felicitaciones para navidad y a menudo habla con ellos por teléfono.

           Maribel

 

 



EMPANADA Y POLLO

 

       Alicia estaba muy a gusto en un piso compartido con Jesús y su novia y ellos solo estaban los fines de semana. Tenía un horno donde les hacía empanada gallega y pollos asados a sus amigos.

       Todo se estropeó cuando Jesús y su novia la dejaron sola en el piso con un amigo de ellos llamado Jorge también a petición de su amiga Rosa a Javier un amigo suyo pintor.

        Alicia era la encargada de pagarle al dueño del piso y dejó una caja en el salón para que dejaran el dinero, y cuando la fue a abrir la caja no había nada alguno de los dos había sido.

        Se lo contó a Jesús y a su novia y se reunieron todos, y nadie se declaraba culpable. Entonces Alicia ya no quería compartir piso con ellos.

         Rosa juró que su amigo el pintor no había sido y dejó de hablarle.

       Alicia tenía miedo porque Jorge tenía un hierro con puntas donde metía los dedos de la mano para defensa personal y Javier había intentado meterle mano cosa que ella no permitió.

      Así es que sin pensarlo los veces cambió la cerradura y les puso la maleta en la puerta.

       Con el paso del tiempo Rosa le dio la razón había sido Javier el que robó el dinero y que no era la primera vez que le era infiel.

      Javier se fue a su pueblo, allí empezó a trabajar y a aprender en un taller de pintura.

      Alicia prefirió pagar sola el piso y se quedó en la gloría invitando de nuevo a sus amigos a comer las empanadas gallegas.

                    Maribel

 

JUANA


      Alicia conoció a Juana en la universidad, ella era algo excéntrica y liberal, iba a bañarse a una playa nudista con sus amigos. Todos tenían un nivel económico alto muy contrario al de Alicia.

      A Juana se le ocurrió una vez irse a un camping a pasar el fin de semana estudiando y le dedicaban todo el día hasta por la noche que se iban a a la luz de los lavabos que era mejor que la de la linterna de la tienda de campaña.

       Alicia le rezaba a santa Gema y le pedía buenas notas.

       Juana juntaba los dedos y se concentraba para que con la energía tuviera suerte en sus exámenes.

      Pasaron los años Juana se fue al pueblo con su novio y Alicia tenía un proyecto para dar clases de adultos y se quedó en la ciudad.

      Aunque no se ven se llaman para su cumpleaños porque los buenos recuerdos y otros no tanto las unen.

 

                     Maribel.

EL COCHE

 

      Recuerdo cuando viajaba con mis padres de Madrid al pueblo. Mi padre bastante miope conducía el seiscientos muy despacio. Mi madre de copiloto hacía ganchillo por el camino.

      Pasaron los años y se instalaron en el pueblo y en el garaje dejaron el seiscientos tapado y se compraron otro nuevo para recorridos cortos.

      Toda la familia nos quedamos más tranquilos, conducir por las carreteras cercanas no había tanto peligro de accidente como en la capital.

      Y por las tardes de invierno nos íbamos en coche al pueblo de al lado a tomar un chocolate con churros y visitábamos a los parientes y volvíamos contentos.

          Maribel

VECINAS

 


      En la calle el Duque vivían dos vecinas de Alicia, formaban dos familias muy distintas.

      La mayor llamada Esther todo lujo y la pequeña sencillez, tenían en común que a las dos les gustaban los animales los perros y los gatos corrían libremente por el patio y el corral.

      La casa de la mayor con muebles de caoba y la de la menor llamada Rita de pino y cristaleras que la familia de la mayor le había dado de segunda mano.

       Lo que más le gustaba a Alicia era estar en el huerto de Rita porque había fresas, patatas, puerros y un gallinero.

                Maribel