Herminia, disfrutaba yendo a todos
los entierros, fijarse especialmente en como
habían acicalado al muerto ─el pelo, la ropa, su estampa en la caja─
Este era su único tema de
conversación:
─ ¡Ay que ver hijo! Lo oscuro que le
han teñido el pelo a Antonia, la del tercero, para mi gusto no le favorecía
nada.
─ ¡Qué mancha en la camisa! Lucía el
padre de tu amigo Luis, hijo mío. Aunque se gastaron un dineral en la ceremonia─
¡Cuántas coronas de flores! Y bien caras. ─Me he traído este ramito.
─Sí madre ─ contestaba su soltero
hijo, incapaz de llevarle la contraria ─
Pero a Herminia se le han acabado los
entierros. Ahora prepara el suyo ella le da el encargo a su hijo: ─ Hijo quiero morirme
sin enterarme, que esté dormida y no en un hospital, en mi cama; y
que pueda abrir un ojo y ver .
Maribel.FC