Lucía se despertaba siempre con la primera luz del sol. Vivía en una
granja, mientras sus siete hermanas seguían durmiendo, ella cuidaba de los
animales de la granja en la que vivían; le echaba pienso a la yegua, a las
mulas y a los cerdos. Cuando terminaba regresaba a la casa y preparaba el desayuno
para sus siete hermanas.
A
las nueve en invierno y a las ocho en verano, Lucía las despertaba a todas
cantando contenta.
Mientras desayunaban, hacían el planing del
día: Por la mañana acudirían a la escuela─ Algo imprescindible si querían dejar
de ser granjeros y convertirse en Funcionarios del Estado─
Por la tarde ayudarían a Lucía, que era la que
llevaba todo el peso de la granja. Para que ellas pudieran convertirse en siete
mujeres de provecho─ Ordeñarían las vacas, trabajarían en el huerto y cada
una se lavaría su ropa en el panero.
Nada
de juegos.
Pero
una mañana mientras ella fregaba el porche y tenía al fuego unos garbanzos, llegó a caballo una
mujer de larga melena negra, con una verruga en la nariz y un vestido oscuro.
Que ofreciéndole una manzana le dijo a Lucía:
─
¡Muérdela! se te pondrán los dientes fuertes.
Lucía,
que siempre había sido una chica muy ingenua, se lo creyó y se la comió entera.
Por la tarde, cuando llegaron cantando sus hermanas, se extrañaron de que no saliera
a abrazarlas, además les dio un tufillo a quemado.
─Hermana,
hermanita ya estamos aquí dispuestas a trabajar ─dijeron a coro entrando en la
casa─
Se la encontraron tumbada en su cama. Parecía
como dormida. La rodearon y todas empezaron a darle besos en la frente, a
tocarle la mano y hasta la zarandearon, pero Lucía no despertaba.
─
Le late el pulso, está dormida.
La
mujer del caballo apareció al día siguiente, a la misma hora. Pero esta vez,
cuando la vio, Lucía se armó de valor y sacó a todos los animales de la granja
a recibirla. El caballo de la malvada se espantó, alzándose sobre sus dos patas
traseras. Eso hizo que la mujer de negro cayera al suelo y se golpeara la
cabeza. De su mano rodó una manzana reluciente. Una manzana que esta vez nadie
se comería.