Pedro vivía en
un pueblo de calles sinuosas donde los vecinos eran alegres y salían todos de
sus casas que eran bajas y soleadas pero los niños no podían pasar por los
callejones oscuros, largos y estrechos por la noche, solo podían ir al callejón
de de la señora Soledad, que era la curandera del pueblo y acompañados de sus
padres.
La señora Luz vivía en una casa oscura llena de libros y de
pociones de todos los colores para curar males, hacer hechizos con hierbas
venenosas o pociones de amor.
Pedro que era ya,
mayorcito durante el día salía a jugar por todos los rincones del pueblo con
sus hermanos y más niños, unos con bicicleta y sus grandes caídas, otros a
canicas, futbol, baloncesto otros a las adivinanzas y se lo pasaban muy bien
siempre y cuando llegaran a sus casas antes de que se hiciera de noche, porque
por la noche salían personajes que no eran muy de fiar.
La casa de Pedro
tenía dos puertas, la puerta de atrás, que daba a un callejón y la de delante
que daba a la calle principal, por las noches estaban seguros porque tenían un gato negro llamado Misifú que
esperaba a Pedro y a sus hermanos y en
cuanto los oía venir silbando o cantando él se metía en casa y los recibía por
la puerta de delante y se alegraba de verlos.
Pero ocurrió un día en el que Pedro aprovechó cuando todos
dormían y Misifú estaba entretenido
buscando ratoncillos entonces Pedro se encaminó al callejón de la señora Luz la cual enseguida lo reconoció y le abrió la puerta, era
una casa siniestra sin ventanas.
─ Que te trae
por aquí Pedrito
─ Que vengo a
por una poción de amor
─ Te la daré con
la condición de que te quedes a ser mi ayudante puesto que el que tenía se me
ha ido.
El niño aceptó y
esa noche la curandera, como quien caza mariposas, lo atrapó con una red para
que viera lo que ella hacia y allí estuvo toda la noche sin comer y queriéndose
escapar.
Sus padres, Misifú
y sus hermanos lo buscaban sin encontrarlo.
Hasta que una vecina que a primera hora de la mañana una vecina había ido con su pequeño
para que le curara el mal de ojos y lo reconoció, y fue a contárselo a sus padres
y le dieron las gracias y corriendo se encaminaron hacia alli.
Misifú el
primero en entrar en la casa de la curandera y fue arañando la red para
liberarlo y por fin Pedro quedó en libertad y eso sí con una buena reprimenda
de sus padres que lo castigaron una semana si salir de casa y cuando acabó la
semana el niño y los padres hicieron un pacto , Misifú se encargaría de los
niños cerrarían las puertas a cal y canto a las diez de la noche y desde
ese día Pedro y sus hermanos llegaban puntuales y el gato al oírlos llegar
avisaba a sus padres y les abrían la puerta principal y en la trasera pusieron un cerrojo bien grande.
Pasó un tiempo y
la curandera pidió disculpas trayéndole a Pedro la
esperada poción sin cobrarles nada y Pedro se la tomó para declararle su
amor a una muchachita de la que se había
enamorado, y fueron felices muchos años.
Y, cuento contado, cuento acabado.
-MFC