Érase una vez una niña llamada María que vivía en un pueblo situado en
un monte y por el qué pasaba un río, vivía con sus abuelos era huérfana y tenía
una tía que trabajaba en Madrid, un día sus abuelos decidieron coger el autocar
e ir a hacerle una visita, la llevaron al Retiro y le compraron unas gafas de
sol y un helado también se montaron en una barca para dar un paseo por el lago.
La niña fue creciendo y sus abuelos la enviaron a estudiar a un
internado con más niñas del pueblo y allí además de hacer deporte se sacó el
bachillerato y luego se preparó unas oposiciones de agente judicial y se colocó
en Hacienda donde se enamoró de un compañero con el que se fue a vivir a pesar
de la desaprobación de sus abuelos que eran católicos.
En verano siempre volvía para
ayudar en la recogida del tomate, con su tía la madrileña y sus primos, celebraban
las fiestas de agosto bailando en la verbena y participando en juegos para
mayores en el río y todos eran muy felices en aquellos tiempos.
-MFC