Hace muchos años Alicia iba con su familia y amigos a adentrarse en el
parque natural de “La caldera de Taburiente”.
Subían por el barranco con zapato deportivo para no resbalarse en las
piedras.
Por el barranco corría el agua limpia y fresca y cuando llegaban a la
zona de acampada había un riachuelo donde se lavaban, bebían, cocinaban y
fregaban los platos.
De ahí en adelante el recorrido era demasiado abrupto para seguir y se
quedaban en el remanso unos días.
Hace poco han vuelto pero “La caldera”
está triste por la sequía.
Maribel FC
¡Confiando en qie volvamos a la alegría del agua!
ResponderEliminarMe hace mucha ilusión tu comentario querida Tuciliana, confiemos. Un abrazo de cariño
ResponderEliminarOjalá que la caldera pronto esté alegre y, de paso, nosotras también. ¡Bendita agua! Un abrazo grande, querida Maribel
ResponderEliminarMe alegra mucho tu comentario, sí que llueva. Un abrazo de letras querida amiga
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