Alicia recuerda su primer taller de
escritura en el barrio del Raval donde hay una estatua del recientemente
fallecido Botero, sí en la rambla del Raval hay una escultura de un gato negro
muy voluminoso.
El taller empezaba a las cinco de la
tarde y antes de entrar ella y Julieta merendaban y charlaban de sus
intimidades.
Su amiga Julieta, siempre estaba
pensando en no engordar y con un café tenía bastante, sin embargo, Alicia se
comía un trozo de pizza.
El taller estaba ubicado en un bajo
con patio donde por las noches se convertía en un restaurante. En la entrada
había muebles antiguos y un gato tomando el sol.
En el piso de arriba vivía la dueña amante del
arte de la cocina que luego se cenarían los clientes nocturnos.
En verano era agradable estar allí,
pero en invierno no se podían quitar los abrigos.
La profesora leía en voz alta el
texto y luego le preguntaban dudas sobre la teoría y lo que más le gustaba a
todos era poder leer en voz alta el relato y escuchar los comentarios para
luego reescribir. La profe nos dejaba libertad para escribir según la inspiración.
A Julieta la profe le decía que
hiciera más largo el relato que ella iba para novela y que tenía un castellano
muy puro.
A Alicia los comentarios de Leticia eran los
que sabían captar la esencia de lo escrito y también le gustaban los de Auri
que le corregía la gramática.
Eran un grupo que llevaban ya tres
años juntas y se llevaban muy bien.
Llegó un día en el que la profe con mucha
tristeza dijo que cerraba que ya no podía enseñarnos más y Leticia se fue a la Escuela
de Escritura y Alicia a Fuentetaja Literaria.
Y todavía siguen en contacto, aunque
se vean de higos a brevas.
- Maribel FC