Un momento.
Ir al campo a cocinar y comer carne a la brasa el día del santo de mi marido, mientras él regaba el maíz y mis hijos jugaban en el río, a coger cangrejos americanos, me sofocaba
y el verlo a él trabajar de sol a sol me angustiaba, total para sacar lo justo para comer y vestir, pero no había otro oficio en este pueblo de tan escasos recursos.
También sentía bienestar cuando les hincaban el diente a la carne asada y disfrutaban con tanto apetito y me decían que buena te ha salido la comida mamá.
Y el hecho de estar todos juntos y rebosantes de salud, también me reconfortaba, los niños creciendo y nosotros aún jóvenes y con ganas de trabajar.
MaribelFC
Gracias por tus relatos, siempre es bueno leer a alguien que escribe desde el corazón.
ResponderEliminarMe alegra tu comentario, Cris.Maribel
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