Función de teatro.
Era la primera vez que iba sola a un teatro y es que para todo hay una
primera vez.
Llegué con tiempo de sobra para familiarizarme con los que serían
mis compañeros entre el público: mujeres de mi edad con algunas patas de gallo
y grandes sonrisas, besos y abrazos al juntarse todas en el hall, vestían como
yo con pantalón largo y camisa de flores y el pelo también a melena nos parecíamos,
eso ya me gustó.
Por otra parte estaban los más mayores, estos iban muy elegantes con sus trajes
de chaqueta y daba gusto verlos. Todos también muy sonrientes con sus señoras
de collares y pendientes de perlas
majorícas y con blusas de punto inglés; echaba de menos algo de juventud pero
claro los jóvenes son más de ocio nocturno.
Al cabo de un rato abrieron las puertas y andando por un pasillo
enmoquetado en burdeos encontré mi butaca bien cerca del escenario.
Allí permanecí embobada viendo a los actores con sus gestos, sus voces
claras y altas… Disfruté tanto de esa comedia cuyo título era “Los vecinos de
arriba” los cuales hacían mucho ruido al hacer el amor y los de abajo se
quejaban… ¡Ay que ver como es el teatro! es como la vida, llena de diálogos
cotidianos y de humor en las relaciones de pareja.
Antes de que finalizara la obra y después de haber oído reír al solitario,
como yo, de la butaca contigua le dije: ─es divertida la obra ¿verdad? ─ Mucho
reafirmó él.
Y a la salida me invitó a tomar algo en el “Café de la ópera” donde
estuvimos comentando largo y tendido, la obra y me expresó que él una vez al
mes iba al teatro: ─ ¡A ver si volvemos a coincidir!
Maribel Fernández Cabañas