Una
mujer y un niño de un año, se montan en el tren que recorre toda la Península
Ibérica para entretener al niño ella llevaba música en el walkman con canciones
infantiles, también juegos de madera de encajar. El largo tren iba lleno de pasajeros
acostumbrados a hacer ese viaje todas las vacaciones de verano.
Ella iba a su pueblo a ver a unos
parientes y darles a conocer al niño, el cual no se estaba quieto ni un
momento y se recorría el pasillo, pero
cuando el tren paraba en una estación para dejar pasajeros… el niño quería
bajarse del tren y así en cada estación hasta
que su vagón se había quedado vacío.
De pronto el tren para por una avería y el revisor les comunica que han
de permanecer en sus asientos entonces la madre sienta al niño a su lado y van
cantando canciones hasta que los dos quedan exhaustos y se duermen.
Al cabo de una hora el tren se pone en marcha de nuevo y se van a la cafetería a coger fuerzas. De pronto el niño
desaparece. La madre lo va buscando por todos los vagones y resulta que estaba
en el vagón del maquinista y el hombre muy amable estaba encantado de tener al niño a su lado porque le hacía muchas preguntas, era muy
dicharachero , lo obedecía cuando le decía: ─No toques aquí, ni alli, tú ves
viendo la vía─
Cuando llegan al pueblo era ya de noche y sus parientes los esperaban,
con un buen caldo y carne a la plancha, lo peor era el calor que hacía en
verano, sin rio ni piscina. No pudieron
dormir ni el niño ni la madre por culpa de los mosquitos.
Al cabo de una semana uno de los parientes, los llevó en coche casa de unas amigas buscando la playa y la brisa suave.
Un viaje que sólo se repite una vez.
-MFC