Mi tía tenía una criada que se llamaba Juana se sentaban juntas a tomar
tostadas de paté la piara antes de que Juana se pusiera a trabajar.
Cuando yo iba a visitarla y coincidíamos mi tía le contaba que yo estaba
dando clases y estudiando, porque estaba muy orgullosa de mí.
Por aquella época yo me recorría Málaga
en bicicleta y comía en su casa.
A mi tía siempre le hubiera gustado trabajar, pero se dedicó a ser ama
de casa como casi todas las mujeres de su época. Hacía muy bien ganchillo y
también cosía a maquina yo una vez le llevé tela para que ella me hiciera unas
sábanas y le hacía algunos recados que me pedía.
Cuando yo le dije que el marido de una amiga mía vendía mochilas y
necesitaba costureras ella lo hizo, pero eran trabajos esporádicos.
Y mi tío escribía muy bien y yo les mandaba cartas y los llamaba cuando
me dieron la plaza definitiva en un pueblo alejado de la ciudad y los echaba
mucho de menos.
Ahora los tengo en el recuerdo.