Ayer pude ver y tocar a una recién nacida, daba patadas con
sus diminutos pies y la tocabas y no lloraba.
Tenía unos ojos vivarachos y era la alegría de la finca.
Sus padres decían mírala, Alicia. La familia estaba tan feliz
de compartir su dicha con los vecinos que se me agrandó el corazón.
Maribel FC