Alicia recuerda las dos butacas que tenía su abuela en el pasillo de la
casa que daba al patio.
Ella y sus primos estaban deseando coger una libre y si alguna de sus
dos tías las había ocupado se sentaban en el umbral de piedra que estaba
fresco, eso los días de verano.
En invierno la vida se hacía en el comedor jugando al cinquillo y a la
brisca.
En
el patio había un pozo, un limonero y una parra.
Lo que más le gustaba a Alicia era cuando su tía Rita les hacía para
merendar < ratones de chocolate>.
Íbamos a coger almendras a una finca llamada los almendros y una vez en
la cocina nuestra tía preparaba chocolate fundido y decoraba las almendras
poniéndoles rabo y orejas con el chocolate.
MaribelF.C.
Qué frescor esos escalones de piedra a la sombra y los ratones de chocolate debían de estar de muerte. Dulces recuerdos, amiga querida. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarMe alegra tu comentario, un abrazo muy grande querida amiga
ResponderEliminar¡Sí que tendrían que estar ricos esos ratones! Como siempre, tu forma de contar, me hace ser espectadora de esas escenas tan entrañables. Muchas gracias, retratista con palabras.
ResponderEliminarQue alegría me das querida tuciliana eres un sol
EliminarTambién un ¡ole! para la tía Rita.
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