Recuerdo el pajar de mi abuela materna allí dormían y comían las mulas.
Las gallinas correteaban por el
corral junto a los patos y alguna oca.
Eran ocho de familia los hombres se dedicaban a cultivar la tierra con ayuda
del mozo.
Las mujeres a cocinar, coser y bordar, también les llegaba una revista
de moda, elegían modelo y la costurera les hacía los trajes.
Con el carro y las mulas acompañadas del mozo iban a Villagonzalo a
pasar unos días de fiesta con una prima y se montaban a caballo con el traje de
flamenca.
A mí lo que más me gustaba era hacer teatro en la bodega con mis primos
y hermanos, nos disfrazábamos e invitábamos a los vecinos y les cobrábamos
algunos céntimos por entrar.