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LA MESTRUACIÓN


       A los 14 años me vino la regla en agosto y en septiembre al internado hasta navidad que volvía al pueblo.

       Ese día pasé mucho bochorno cuando me puse unos paños de los que usaba mi madre y dos bragas mías para salir y mi prima me dijo que si no tenía compresas y no tenía y un día que fui a Montijo que era donde ella vivía compré compresas.

       Yo me quejaba del dolor y mi madre me daba agua con limón y me llevó al médico de cabecera el cual dijo que cuando me casara se acabaría el dolor. Me dolía tanto que yo decía esto es peor que un parto, y me iba a andar por la fuente hasta la era y el cementerio , que eran las afueras del pueblo más cercanas a nuestro hogar.

       Coincidió con las fiestas del pueblo y estaba bailando un pasodoble con un amigo de mi padre y me decía muévete más y yo incómoda para que no se me movieran el paño y las bragas. De la fiesta a mi casa íbamos y veníamos mi prima y yo a cambiarme.

       En el internado era todo más fácil allí todas mis amigas tenían tampax y compresas y los comprábamos cuando salíamos por las tardes a Cáceres y una amiga me enseñó a ponerme una tampax.

       En el internado hacía mucho deporte además de estudiar y en 6º de bachillerato me quedó historia del arte y estaba en el pueblo estudiando para presentarme en septiembre y me apunté en un equipo de fútbol femenino de alero. No me gustaban los balonazos porque de niña jugando en la calle un niño muy bruto me dio un balonazo en la barriga.   Así que yo corría mucho y no dejaba que la pelota se saliera del campo y  dos chicas que eran las que estaban de delantero  metían los goles.

       También iba a correr por las mañanas con una amiga del pueblo por el arcén de la nacional y me bañaba en el agua fría del rio Guadiana.

       Cuando estaba estudiando en Badajoz conocí a un ginecólogo, compañero de trabajo de una amiga enfermera. Mi madre me acompañó a su consulta ella se quedó en la sala de espera y el ginecólogo me preguntó que si tenía relaciones sexuales y yo no tenía, el me habló de los anticonceptivos y me recetó para el dolor Antalgin o algo así eran unas pastillas azul celeste.

 

 

 

 

2 comentarios:

  1. Hacerse mujer, como decían entonces, no era moco de pavo, desde luego. Bueno, ahora tampoco debe de serlo por más tampones y compresas ultrafinas que haya. Un abrazo, amiga querida.

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