Recuerdo que íbamos a la parcela de mi padre desde el amanecer hasta el
atardecer, poníamos nuestro esfuerzo entre los campos de maíz ya crecido.
Del abono que se le echaba a pesar de llevar pantalón largo, camisa de
manga larga y sombrero se nos quedaba todo el polvillo amarillo en la piel y
cuando hacíamos un descanso nos íbamos al riachuelo a refrescarnos y a coger
cangrejos americanos que luego nuestra madre nos los prepararía para cenar.
También cogíamos tomates con guantes de goma y los echábamos en cajas y
por cada caja que cogiésemos nos daban un dinero y con ese dinero comprábamos
ropa.
Para comer mi madre nos había preparado la fiambrera con chorizo,
tocino, queso y pan y mi padre hacia el gazpacho en el sombrajo de caña donde
los mayores echaban la siesta y comíamos también tomates con sal y aceite o
melones recién cogidos.
Maribel Fernández Cabañas