Numismática.
Me acuerdo de hace ya muchos años, cuando yo coleccionaba
sellos.En invierno, desde el internado, me escribía con las amigas de mi pueblo
y en verano , desde el pueblo con las del internado que estaban en sus
respectivos pueblos también y guardaba algunos sellos.
Sí porque en mis
veranos no salía de vacaciones, mi padre agricultor y mi madre ama de casa,
alegre y trabajadora que mantenía la casa limpia, era una excelente cocinera-
repostera y hacia también conservas de tomate, melocotón, dulce de membrillo…
según la temporada de cada fruta.Y ¡como no!, mantenía la armonía familiar, de
los seis hijos y del marido con su buen talante.
A mi, entre ayudar a
mi madre en la casa y a mi padre en la recogida del tomate y salir al “ paseo
del Pico” con las amigas y amigos, me gustaba sacar un rato de tranquilidad
para escribir cartas y para coleccionar los sellos y guardarlos en una caja y
después cambiarlos con otra amiga, que éramos de las pocas interesadas en la
numismática.
Hoy dando un paseo por mi ciudad actual, he podido comprobar
que en la “ Plaza Real”, aún se reúnen los del rastrillo del coleccionismo,
pero no es lo mismo, había muy poca juventud mirando y comprando. Creo que con
las nuevas modas esta se está perdiendo igual que la de escribir cartas
manuscritas.
Maribel Fernández Cabañas.
Yo también tengo sellos. También cartas que tienen la propiedad de meterme aguijonazos de nostalgia.Algunas de esas cartas tienen 40 años y son de esa época de la vida que nos construye para siempre: niñez y adolescencia. A partir de éstas últimas poco más cambiamos y somos lo que somos gracias a los recuerdos. La madurez es una tontería inventada para conformarnos y no desear, ni sentir, ni querer, lo que habíamos deseado, lo que habíamos sentido, lo que habíamos querido. Ya ves, la culpa de todo la tiene el tiempo que fluye con o sin nuestro permiso.
ResponderEliminarSalud amiga.
Hola Calabatus, gracias por tu comentario, si las cartas a mi también me traen nostalgia.
EliminarUn abrazo.