Vacaciones de verano.
Lucía estaba acostumbrada a tomar sus propias decisiones
cotidianas con un tiempo de antelación: salir con alguna amiga o con su grupo de literatura,
hacer su trabajo de escritora y darse sus paseos para inspirarse .Una vida tranquila
y organizada.
Llegó el verano y fue a ver a sus tres hermanas y se
encontró con citas improvisadas y carreras porque había que ir de aquí para
allá. Eso era la felicidad para sus hermanas, estar en constante movimiento.
Ella no lo entendía y además acababa agotada y no quiso
quejarse para que los días pasaran sin enfados y a veces decía:
-
Hoy no salgo me quedo en casa leyendo y me daré un
bañito en la playa.
-
¡Eres una aburrida soltaba Flora, la que menos tolerancia a adaptarse al ritmo
ajeno tenía!.
Lucía pudo disfrutar del movimiento externo y de su
tranquilidad interna gracias a una dosis de momentos solitarios. Mientras los
demás dormían la siesta, ella escuchaba música clásica y leía a sus escritoras
favoritas, como Soledad Puértolas, Carmen Martín Gaite y Maruja Torres.
Cuando alguna de las
hermanas la llamaba con urgencia,se desplazaba de su minúsculo apartamento al
lado del mar, para ir a cenar a tal o cual sitio de moda, adaptándose a las decisiones
improvisadas de ellas.
Maribel Fernández Cabañas.
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