El trastero.
Cuando me disponía a meterle prisa a mi hijo para que se
probara el pantalón del chándal y mi
hijo pasando y entonces luego me estaba poniendo el delantal para cocinar
rápido para así tener el resto del tiempo libre, para ponerme con la lectura y escritura, mi hijo me
pide por favor que le busque el inalámbrico
y hemos ido al trastero, Si tenemos de todo, hasta un teléfono inalámbrico. Abel
tiene prohibido el acceso al trastero. Pero
esta vez, considerando que ya es mayorcito lo he llevado. Es curioso ante
sus ojos lo que había eran estanterías con cajas y maletas, estanterías
separadas unas de otras un metro y el enseguida ha dicho:
_Aquí se podía poner
un sofá y un puff…
-Si hacer una casa, ¿verdad?.Simplifico yo.
Donde yo veo trabajo desorden y suciedad el ve otro mundo.
_¡No hay luz aquí!, le contesto.
_Pero papá, que es electricista, me ha dicho que se puede
poner luz…
_Si pero, nos denunciaría la comunidad de vecinos.
_¿Por qué mama?
_Pues porque…. ahora
no te lo puedo explicar detenidamente porque hemos venido aquí a buscar los
inalámbricos.
Mi marido y yo
odiamos el trastero porque queremos vaciarlo, pero cada vez esta mas lleno y
hay polvo y lo tenemos que limpiar e ir al punto verde, con lo que ya no sirve,
que podría decir que es todo.
_mamá mira mi pelota, dice mi
hijo al abrir una caja, esta no me la tires.
_¿Y el Robotraptor?¿ lo quieres o
lo llevo a la cabalgata benéfica?.
-
Este robot nunca lo supe hacer funcionar…
Entonces me vino a la mente que
le hemos regalado juguetes que no correspondían con su edad.
-¿Abel quieres esta montaña rusa
o la tiro?
-No no la tires que la pondré en
funcionamiento. Mamá me acuerdo que a ti no te gustaba el ruido que hacía y le
quitaste las pilas.
Pues nada un trasto más que
subimos para el piso y los inalámbricos no los encontramos.
Y curioso… se acordaba de que
este juguete fue de años atrás en su cumpleaños y yo por el contrario me
acordaba de que ese juguete fue del año en que murió mi tio y el se acordaba de
que una de las manualidades, que aparecieron en las cajas, la hizo para regalársela
a nuestra nueva, monísima y cuca mascota la perrita Nina. Yo me acordaba de los
pipis que se hacia nuestra incívica Nina
por la casa.
Y ya claro, ni se probó el
pantalón, ni lectura, ni escritura para mí, ya sólo montaña rusa y cena.
Maribel Fernández Cabañas
Como hacía mucho que no entraba en tu blog, he visto que has escrito mucho y le he dedicado un tiempo a leer todo lo nuevo.Ya sabes que me gustan tus relatos, porque siempre encuentro un punto de sorpresa que me encanta.
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