Viaje a Aridane.
La temperatura suave,las calles tranquilas, la gente
sin prisas y bien vestidas, las casas bajas que dejan vislumbrar los tejados
con sus respectivas antenas de televisión. Las calles peatonales, con árboles y
boutiques de ropa y calzado caro, las terrazas de las cafeterías a la sombra de
laureles centenarios, los abuelos sentados viendo a los jóvenes pasar. Los
turistas ,de piel blanca enrojecida por el sol, tomando un zumo de papaya o
mango, los lugareños tomando una cerveza de la marca dorada y unas “papas
arrugas” con mojo picón.
Mientras
recorro el centro, me voy encontrando con la familia que tengo en este pueblo,
sin ni siquiera haber concertado una cita. Me encuentro con una de mis hermanas
que trabaja de dependienta en la pastelería alemana y me invita a un café y a
tarta de chocolate y cuando voy a pagar no me quiere cobrar dice que estoy en
su casa.
Luego me suena el móvil y es mi hermano Esteban que
me propone hacer una excursión el domingo a andar por los senderos de la ruta
de los volcanes, acepto y le digo que en su casa estaré el domingo a primera
hora de la mañana.
Y son ya las seis de la tarde y la temperatura no
pasa de veinticinco grados y eso que es verano.
Maribel Fernández Cabañas.
Lo que tengo ahora mismo es pura envidia. Disfrutad todo lo que podais y traeros buenas fotos para seguir dandonos envidia. Abrazos
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