Julio.
Julio era reservado con sus afectos le costaba
expresar amor, cariño, sensibilidad. Pero tenía una sonrisa y unos ojos y una
expresión de la cara que Lucía captaba y sabía que era amor.
Cuando ella conseguía algún mérito por su trabajo,
el se emocionaba mirándola a los ojos sin palabras, sin besos, sin abrazos y
ella veía esos ojillos brillar de alegría y con eso se sentía enamorada de él.
Julio que era ante todo
complaciente, reservaba los festivos que le permitía el trabajo.
Primero un paseo por los
senderos llenos de vegetación, de
castaños en flor, y riachuelos de aguas cristalinas. Luego una parada para comer
en unos de los albergues para después continuar subiendo, ya sin esfuerzo, en
el telecabina hasta la cúspide de la montaña.
Desde allí contemplar las
bellas vistas y pasar una noche en el Parador de Turismo en una confortable
habitación brindar con champán.
La sonrisa de Julio enamorará a Lucia que lo
abrazará y lo acariciará, sacando de él
su parte erótica que derrocharán en una noche de ternura, sexo y caricias.
Maribel Fernández
Cabañas.
Puede que la poesía aparezca sin ir más allá de lo que se cuenta, de tal forma que en tu relato se respire y cuente lo que no se cuenta.
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