La placita
Edelmiro es un hombre que
refunfuña mucho en casa, sin motivo ninguno. Es su carácter.
Está prejubilado y es
ciego al amor de Elvira, su mujer también prejubilada y ama de casa.
Elvira por el
contrario es alegre y canta mientras hace las tareas de la casa. Ella disfruta de
su tiempo libre yéndose a corretear con su bloc de dibujo y
su sillita plegable las distintas placitas que hay en su ciudad.
Elvira por el camino se va
fijando en lo bello: Una pareja que sonríe abiertamente y alegres van de la
mano y se impregna de la felicidad que respira en ese hombre y esa mujer.
Llega a una placita y se sienta a pintar,
plasma en su bloc a niños jugando un domingo por la tarde, junto a abuelitos
con chaqueta de lana, bastón y sombrero.
Los árboles de hoja perenne rodeando la plazuela, y una abuela asomada al
balcón de su piso.
Elvira de vuelta a su barrio se
encuentra a su marido en el bar de la esquina tomando un vinito y viendo el
fútbol con otros excompañeros del cerrado
taller de automoción.
Ella los saluda con la mano y
sube a su casa, y contempla su dibujo a carboncillo y se siente feliz.
Maribel Fernández Cabañas
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