Elsa da paseos huyendo de
los virus y recuerda su niñez y adolescencia recuerda los duros inviernos de su
pueblo natal en los que toda la familia se reunía en el único foco de calor que
había en la casa, el brasero de carbón debajo de la mesa camilla donde no sólo
se calentaban sino que se secaba la ropa y luego cuando ella tenía que hacer la
maleta para irse al internado todas las amigas notaban el olor a carbón en su
ropa.
A Elsa le gustaba hacerse
sus jerséis de punto y aprovechaba por las noches para tejer en la habitación
de la casa a la luz de la mesita de noche.
La habitación era para ella y para sus tres hermanas y eso
era un inconveniente una encendía la luz para leer o hacer punto y otra la
apagaba y en la mesa camilla seguían los padres hablando no había televisión
pero escuchaban la radio.
El agua del panero en el
patio se quedaba helada y los gatos se resbalaban en los tejados de la
escarcha.
El frío se combatía
corriendo y jugando en la calle empedrada a veces nos rompíamos un brazo y con
escayola y todo seguíamos en la calle de día.
Cuando Elsa fue creciendo y le dolía la
garganta que era su punto débil su madre la llevaba al médico a la otra punta
del pueblo y se iba parando con todas sus conocidas que barrían la puerta y les
contaba lo que le pasaba.
Elsa lo pasaba mal le
hubiera gustado un poco de mas discreción, pero no se quejaba se sentaba en la sala de espera del médico hasta que la nombraban y cuando entraba en el
médico la pesaba, la medía, le ponía el termómetro y le recetaba un
antibiótico, son anginas.
La niña tiene anginas
volvía su madre repitiendo a todas las vecinas.
-MFC
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