Mi vecina Antonieta de noventa años,
unas veces haciendo gimnasia o en silla de ruedas o imponiendo su criterio en
la cola del centro de salud.
Se
por su hija que cocina muy bien y también tiene dos nietos mayores. Es muy alta
y ha viajado mucho. Alegre y amistosa siempre optimista da gusto hablar con
ella, tiene buen tipo a pesar de sus años.
Cuando
mi vecina Antonieta se apuntó al grupo de gimnasia suave, hacíamos gimnasia juntas
y le gustaba hablar de su nieto el mayor. También me contaba que su nieta ha
viajado varias veces a la India. Con el paso del tiempo me iba desgranando su
vida y la de sus nietos.
Yo
la admiro porque comparándola con otras señoras mayores deprimidas, ella no se achica
ante ningún problema. Ella que tiene artrosis, anemia y la tensión alta.
Siempre va con su sonrisa, incluso en la silla de ruedas para subir a la
ambulancia.
Cuando
tuve el esguince de tobillo me dijo:
─ ¡Eso se pasa pronto!
Por el contrario, la amiga que la acompañaba
me comentó:
─ ¡Se te volverá a torcer! Ten
cuidado no te vayas a caer que un esguince tarda en curarse.
Me alegro mucho de tener una vecina así de optimista.
Antonieta levanta la moral a toda su familia y transmite energía allá
donde va.