Por los años ochenta llegó a mi pueblo un turista alemán en una
furgoneta Volkswagen. Y en la plaza de España la aparcó, enseguida mis amigas y
yo fuimos a conocerlo y nos dio monedas para la colección.
También le dijimos que si nos llevaba a Sevilla y para que nuestros
padres no se preocuparan le dijimos que íbamos a casa de una amiga de Orellana
y le dimos el teléfono. Mi amiga estaba al tanto y luego nos contó que cuando mi
madre llamaba ella le decía que estábamos bañándonos en el pantano.
Recorrimos todo el pueblo con las cortinillas del vehículo corridas para
que nadie nos viera no vaya a ser que alguna vecina se lo contase a nuestra
familia.
Estuvimos en Sevilla viendo la Giralda, el barrio de santa cruz, la
torre del oro y luego el alemán nos llevó de vuelta al pueblo.
Mi madre decía decidme la verdad
donde habéis estado y nos fuimos directas a la ducha y le contestamos que si le hubiéramos dicho la verdad no nos hubiera dejado ir.
Maribel Fernández Cabañas