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Una historia

Una historia.

Por las noches me quedaba rezando el “angelito de mi guarda” un padre nuestro y dos avemarías por los difuntos, y me acordaba de mi tía Milagros y de mi abuelo Aurelio, que eran dos personas cercanas a las que había visto morir y lloraba.
Tambien tenía que rezar por las almas que estaban en el purgatorio. Obligaciones que mi madre me imponía antes de dormirme.
Por la mañana mi madre me llamaba:
-Lucia levántate que son las 7 y tienes que irte a  la escuela
Yo entre sueños imaginaba que ponía un pie en la alfombra luego el otro y me levantaba.
Mi hermana Alicia, con la que compartía habitación,aún seguía durmiendo, ella no tenía que coger el transporte escolar porque iba andando a la escuela del pueblo.Pero yo, ante el calorcito de la habitación, el acogedor colchón y las sábanas suaves y mil sueños agradables… me hubiera quedado en la cama.
Ahora la voz fuerte de mi padre:
-Lucia levántate que son las siete y cuarto y vas a perder el autobús.
Luego llegaba mi prima Marta:
-Lucia ¿que haces aún en la cama?,¡ yo no te espero!.
-¡ya voy! daba un salto de la cama.

Cogía las tostadas y me las iba comiendo por el camino, salíamos corriendo monte arriba , por una atajo lleno de hierba mojada , con  escarcha, babosas asquerosas sacando su flácido cuerpo, a las que teníamos que esquivar y llegábamos a la punta del pueblo donde estaba el bar “el torero”y la carretera nacional.
Allí estaba Carchuto que era el conductor del autobús o tartana y nos llevaba, pasando por varios pueblos donde recogíamos a mas niños.
Nos llevaba al pueblo principal de la comarca donde estaba el colegio Padre Manjón.
Una vez , en la carretera de un pueblo llamado Barbaño se tuvo que detener el autobús porque había una rama de un Eucaliptus caída y atravesada en el suelo.
Pero, a pesar de que todos queríamos bajar para ayudar… en aquella ocasión, tan poco usual,ocasión que a Carchuto lo enfadaba y a nosotros nos divertía. Este hombre sólo dejó que se bajaran dos mozalbetes de 8º de EGB con 14 años y entre los tres quitaron la rama del árbol y seguimos cantando canciones hacia el final del trayecto.
Y una vez en la puerta del colegio los maestros nos ponían en fila, la directora izaba la bandera española y teníamos que cantar uniformados, el himno nacional, que era tan triste como las oraciones nocturnas.

MaribelFC

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