Un paseo.
Después de haber pasado todo un invierno frío y yendo al especialista de digestivo, a que me vaya curando semanalmente, llega la primavera y con los días cálidos, que animan a salir… cojo mi bolso, con mi libreta y la radio.
Animada, escuchando las canciones, marchosas y los comentarios alegres del locutor mis piernas se ponen a andar con la meta de ir un poco más lejos que de costumbre.
Mi ancha calle me lleva hasta la rambla de Pueblonuevo, pero evito las tiendas y me voy a la playa donde en un parque estaban reunidos varios dueños de perros y pienso “aquí no podría yo encajar con mi perra, que no quiere venir cuando la dejo suelta y a mi eso no me hace gracia y paso un mal rato”, paso de largo y me quito los auriculares para escuchar el ruido mañanero de la playa sin coches. Miro el reloj a ver cuanto tiempo he caminado:¡ media hora más que en el invierno!.
Me siento en un banco y me pongo a escribir, mientras los deportistas y ciclistas van pasando, sin bolso pero sí con auriculares.
Bueno, al menos algo que me asemeja a ellos que también van acompañados de la música. Escribo mi diario e intento escribir sobre el sentido de la vida, embebida por lo que ven mis ojos y oyen mis orejas llego a la conclusión de que:” La vida es disfrutar de lo que tenemos”.
Maribel Fernández Cabañas.