En el Museo.
En casa de Elisa habían hecho una pequeña reunión familiar
en la cocina, por ser fin de semana. Los tres se habían puesto a cocinar una
rica salsa de zanahorias para acompañar unos finos filetitos de pechuga de
pollo a la plancha y un arroz blanco hervido, pasado por aceite y ajo.
La tranquilidad de no tener que madrugar, ni de trabajar.
A media tarde Elisa propuso ir de turistas y se adentraron
en un museo donde a ella se le abrió un mundo grande, viendo las columnas
romanas que sostenían el techo artesonado de madera de la sala circular,
rodeada de arcos y columnas, entre los cuales se empotraba un inmenso órgano .Sólo
le hubiera faltado que este estuviera sonando, para mayor disfrute.
Esta sala se
comunicaba con otras más pequeñas, con exposiciones de pinturas renacentistas,
barrocas y modernas.
Pero en plena visita, su marido se dio cuenta de que no llevaba la billetera en el bolsillo del pantalón y corriendo se fueron los tres a información, en la entrada, donde un funcionario los llevó a objetos perdidos del museo y para su desilusión allí no estaba.
Pero en plena visita, su marido se dio cuenta de que no llevaba la billetera en el bolsillo del pantalón y corriendo se fueron los tres a información, en la entrada, donde un funcionario los llevó a objetos perdidos del museo y para su desilusión allí no estaba.
Salieron y en metro se fueron corriendo a la comisaría de
guardia dejando constancia del robo.
Con este suceso se les oscureció la tarde y Luís, que es
casero, decía:
−¿ A quién se le ocurrió la idea de ir de turistas con lo
bien que se está en casa?.
Maribel Fernández Cabañas.
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