Espacios.
Hoy no he tenido que
llamar a mi hijo, porque ahora su padre que está en casa se encarga de
despertarlo. Creo que ahora es cuando estoy empezando a vivir, pues
desde que nació Luisito me agarré a él y no quería separarme. Ahora que su
padre trabaja desde casa con el ordenador, estoy intentando que sea el
quien que se pegue al muchacho y Luís
sólo me pide que, para no tener que pensar y dejar su cabeza vacía
para el fútbol ,las motos, los amigos, sus fotos y tantas aficiones como tiene.
Me pide que yo le diga lo que le tiene
que decir al hijo y que el se lo dirá.
A veces cuando
nuestro hijo trae algún problema y viene
directo a contármelo a mí, porque todo hay que decirlo, este niño es alegre
como su padre y también tiene muchas aficiones: aprende japonés, aprende
colchoneta elástica e inglés. Si cuando me quiere contar sus problemas y estoy
en casa escribiendo, me cojo mi libretita, la meto en el bolso y me voy de casa
y los dejo a los dos conversando.
Y es que claro yo sólo tengo una afición que es
escribir y cuidar de ellos, que son mi
familia .Y en casa como está mi marido pierdo la mañana hablando y no puedo
dedicar un ratito a escribir. Total que he optado, ahora que mi marido llama a
mi hijo para ir a la escuela, por buscarme un sitio en el que por tres
euros desayuno, escribo y leo. Encima ahora que el buen tiempo me acompaña,
veo el cielo, tomo el sol, oigo las voces de los oficinistas, que hablan y
hablan formando un corrillo en la puerta y fumándose todos los cigarros que
luego en el trabajo no podrán.
Voces ajenas que no me piden, ni me dan nada, que me son
indiferentes. Cosa que no me pasa con las de mi familia que son un toma y daca.
Maribel Fernández Cabañas.
Excelente cuento
ResponderEliminarTienes razon
Eliminar