Andi( Continuación)
Andi me quita las canas moviéndome el cabello por partes,
como haciendo caminitos con el peine y con movimientos rápidos y precisos va
pintando mis canas una a una. Me las deja todas coloreadas y bonitas, Andi va
tarareando ”Only you”( The Platters) mientras me pone el tinte y me tapa bien
con la batita, y la toalla ,de un solo uso, para no mancharme la nuca. Andi en
los días de lluvia dobla mi paraguas plegable y lo deja como a estrenar, el
paraguas que yo he dejado medio tirado de mala gana en el paragüero. El me
quita la chaqueta y me la cuelga en un perchero para que no se arrugue o
digamos mejor para que se planche.
Es capaz de hacer dos cosas a la vez:¡ rin, rin! (suena el
teléfono), son las diez de la mañana de un sábado otoñal y él con los guantes
de goma puestos y manchados de tinte suelta la brocha, canta, habla, me pide
disculpas y me dice que es un momentito que enseguida está conmigo y coge unas
toallitas húmedas y se limpia las manos enguantadas y lo oigo hablar: Buenos días
señora ¿Dígame? Ah pues ahora tengo un color y cuando acabe el color tengo que
cortar a otra señora, le va bien a las 11?. Lo anoto a las once señora Domínguez una
permanente. Gracias y hasta luego.
Yo lo escucho y alucino de lo rápido que lo hace todo y lo
observo mientras sigue tocándome el pelo. Lo veo por el espejo y sus pies sus
manos sus ojos no paran: da pasitos por el espacio que tiene entre mi cabeza el
sillón y la mesita con ruedas donde están sus utensilios y el cuenco con la
pasta del tinte, a la vez que mueve sus manos cogiendo a picotazitos ,como los
gorriones, pequeñas cantidades de tinte con su brocha y va cubriendo mi cabellera, a la vez mira a la
gente que pasa por la calle y que van al mercado o a hacer footing y me
pregunta que si quiero una revista.
Y deja mi cabeza y coge la de otra señora, no sin antes
recogerlo y ordenarlo todo, a la vez
habla con una mamá que trae a sus dos mellizos, que han llegado a cortarse el
pelo y yo me quedo leyendo la revista y dejo de mirarlo porque si no me agota.
Pero de pronto los mellizos empiezan a tocar todos los
potingues que tiene Andi colocados pulcramente, en pequeñas estanterías y a
desordenar las revistas.Con mi cabeza en la revista oigo a Andi que empieza a
cantar más alto y a moverse más rápido,
“Poronpompon, porompompon, pon, pero”( de Manolo Escobar). Veo,
a través del espejo su cara, mientras el tinte que me ha puesto hace su efecto,
sus ojos están desorbitados, sus cuatro pelos de punta, sus manos no paran de
moverse agitadas haciendo aspavientos, sus pies se desplazan hasta la puerta de
la calle y la abre y la cierra varias veces.Va y viene por la peluquería sin
tocar ninguna cabeza.
Hasta que pierde la compostura y le dice a la mamá gritando:
¡ Señora llévese a sus niños que yo sólo atiendo a señoras mayores!.
Maribel Fernández Cabañas.