Despertar
Lucía se levanta a las seis de la mañana la casa está en
silencio. Nadie le pide nada ni siquiera la perra que duerme en la habitación
de Luisito. Es de noche, todavía el parque está solitario y silencioso ni
siquiera se oyen los coches de la calle de al lado. Todo en absoluto silencio,
ni un pájaro, ni un niño, ni las limpiadoras del hotel, nadie.
Al rato,se enciende una luz: la de los vecinos del cuarto, que
tiene enfrente. Siente que no está sola.Pero esta compañía no le pesa ni la
soledad tampoco, disfruta y se dedica a lo que más le gusta que es escribir en
silencio, desde su terraza, respirando el aire, que ya refresca, en contraste
con el calorcito humano que hay en la casa de cuatro personas que han pasado la
noche roncando.
Ella en la terraza escribe unas líneas en la oscuridad de la
mañana, rota por la luz del fluorescente que cuelga de la pared. Es el momento
más tranquilo que tiene en todo el día en esta ciudad bulliciosa que a las 7 se
despertará y ya no será lo mismo. Observa sus plantas, algunas como la alegría
de la casa está florida, unas florecitas rosa muy delicadas, y el ficus que le
regaló su madre y las margaritas aún cerradas.
Pero esta tranquilidad no dura
mucho porque enseguida aparece Luis , a las 7 de la mañana, le da un beso de
buenos días y le pregunta¿ Me has preparado el bocadillo para el almuerzo?.
A Luís le encanta que ella se lo haga, así se siente mimado
como si aún fuera un niño y a ella no le cuesta trabajo ir a la panadería y
comprar una barra de pan recién salida del horno y se va con su perrita que
mueve el rabo porque va contenta a dar su primer paseo. El panadero, hace rato
que también está despierto.
Maribel Fernández Cabañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario