Nicaragua era una calle de chalets a las afuera
de una ciudad de provincia.
Mercedes, la
directora de la pequeña y familiar residencia en el número 5 de la calle
Nicaragua había recibido ya varias llamadas anónimas” esta noche… mari Carmen… Maricarmen…
Aaaa ( jadeos sexuales emitidos por un hombre)” Mercedes había ocultado, este hecho para que no
cundiera el pánico entre las estudiantes.
Varias de ellas dormían en la planta baja y se quedaban por la
noche estudiando. Se rumoreaba, entre las estudiantes, que oían pasos alrededor
del chalet pasos fuertes y seguros y no se atrevían a salir a la calle a mirar,
a esas horas de la noche.
Pero lo más alarmante era que cuando ya estaban
en sus habitaciones con ventanas con rejas y en
literas durmiendo oían por la ventana” ahora Maricarmen….ahora
Maricarmen y jadeos sexuales” una de
ellas que se llamaba así no quería dormir sola en su cama y su mejor amiga se
acostaba con ella para tranquilizarla.
Las jóvenes después
de un mes en el que la presencia del acosador no cesaba fueron al despacho de
la directora esta les dijo que siguieran así ignorándolo que ya se cansaría y
que estuvieran tranquilas que ella iba a poner una alarma conectada con la policía.
El mes siguiente
todo se repitió y la directora seguía sin hacer nada. Al cabo de unos días Maricarmen y su amiga desaparecieron de la
residencia universitaria.
Fue entonces cuando la directora reaccionó y
lo puso inmediatamente en conocimiento de la policía
Las jóvenes
cuando se reunían a estudiar por las noches en la sala grande de la planta baja
con las mesas camilla y las estufas catalíticas de butano encendidas estaban
intranquilas, alertas.
Un día, en medio del silencio nocturno, se
oyeron los gritos de Marian ¡que viene, que viene! ¡socorro que viene por el
pasillo! ¡oigo sus pasos, está cerca!.
Todas dejaron los libros y se fueron al
pasillo a donde daba la cocina y lo que se oía era el goteo del grifo de la
ducha del cuarto de la cocinera.
La directora
dijo─ Esto parece psicosis, anda tomaros
una tila e intentad dormir un poco que mañana tenéis clases y me pasaré por la comisaría a ver qué han
averiguado.
Habían cogido al acosador merodeando por
los alrededores del chalet. En su declaración dijo que era vecino del número
cincuenta y que le daba igual una chica que otra que el no conocía los nombres
de ninguna. Que él lo que deseaba fervientemente era una mujer joven para
casarse. Le daría todas las comodidades y mucho amor.
Lo condenaron a seis meses de cárcel con
libertad condicional y una orden de alejamiento de la residencia universitaria.
La policía ya
sabía también el paradero de Mari Carmen y su amiga. Estaban compartiendo piso
con otras estudiantes de medicina. Y se fueron no sólo por miedo sino por la
actitud pasiva de la directora.
Maribel
Fernández Cabañas
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