Atrás quedó el
tomarme un pastelito en la cafetería de mi amiga Viki y montarme en el tren.
Llegar a
Tarifa con mis amigos los de Cádiz y dar un paseo por la playa hasta el
alto faro blanco, donde una ola de espuma blanca me acaricia la cara y hago un
ademán con la cabeza para escabullirla.
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