Desde que me voy a estudiar a la biblioteca
del barrio de al lado, casi no disfruto de mis vecinos.
Echaba de menos a mi querida Lidia y el
viernes la llamé y pude disfrutar un rato
de ella. Conversamos largo y tendido. Es una correcaminos y se conoce
medio mundo. Me trae postales para mi colección y yo viajo con ella desde mi
casa.
Hoy domingo estaba aburrida de estar sola en
casa y he bajado a leer el periódico. Al ratito se me ha acercado Enrique el
madrileño, con su perrita y no nos ha faltado conversación. Derrocha simpatía y
amabilidad y es de lo que ya no existe: La cortesía en persona.
Mira que al principio sólo nos conocíamos del
ascensor.
Un día me lo encontré en el súper: Le comenté, mojada
y medio acezando, que había empezado a caer un diluvio.
Se ofreció a llevarme en su coche para que no
me mojara más, me quedé sorprendida y acepté.
Y ahora, que ya han pasado unos años, sigue
igual de atento. Le he correspondido
regalándole uno de mis libros.
MaribelFC
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