Cuando vivía en casa de mis abuelos con mis padres y hermanos
don José Calero nos hacía fotos.
Él era un maestro del
pueblo que se alojaba en casa de dos hermanas de mi abuelo. Mujeres solteronas
que se ganaban la comida zurciendo ropa y haciendo remiendos a pantalones o abrigos.
El maestro nos hacía
muchas fotos a mis primas y a mis hermanos y a mí algunas las tengo de
recuerdo.
Pero lo que más me asustaba a la hora de dormir eran las
historias que nos contaba mi abuela sobre el cielo y el infierno. Yo luego
tenía pesadillas, me despertaba viendo como un arcoíris de colores del que
salían animales misteriosos, pero me tomaba una aspirina infantil, de las que
tenía mi madre de color rosa y con sabor a chicle de fresa y me volvía a
dormir.
Luego mis padres se mudaron de casa y allí a la hora de
dormir mis padres sólo nos decían que rezáramos el Jesusito de mi vida eres
niño como yo por eso te quiero tanto y te doy mi corazón y con esta oración no
tenía pesadillas.