En estos días fríos de invierno me acuerdo de cuando una amiga y yo
fuimos a pasar el puente de la Inmaculada a Salamanca, al piso de su hermana donde
no había agua caliente y me duché con agua fría.
Ellas
se extrañaban, pero claro ducharse es importante ya sea con agua fría o
caliente.
De Salamanca recuerdo la ruta de los estudiantes y la casa de las
conchas. Los estudiantes nos tomábamos un vino en cada bar para entrar en
calor.
Ahora desde el Mediterráneo el clima es frio, pero llevadero y en
Navidad nos reuniremos toda la familia y brindaremos, cantáremos villancicos y
con el calor humano se está mucho mejor que aquellos días helados de la
adolescencia en Salamanca.
Maribel Fernández Cabañas
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