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Pastelería Brunells.


Pastelería Brunells.

Lucía hecha de menos a su marido y a su hijo que por primera vez viajan sin ella y sin la perra y decide irse a desayunar lejos de su casa, son las ocho de la mañana de un sábado soleado, de estos días que la naturaleza nos regala en invierno.
Se mira un poco al espejo y se encuentra guapa, coge su portátil y la cámara de fotos y se pone a andar por su barrio aún dormido. Espera el bus, está ella sola en la parada, cosa muy distinta a los días de entresemana cuando todos van a trabajar o a estudiar.
Esta vez ha decidido no llevarse los cascos, quiere escuchar el ruido de la calle: los pájaros cantan en los jardines, el viento cálido sopla, algunos coches frenan en el semáforo y desprenden humo…llegan dos chicas muy bien maquilladas, de pelo rubio teñido, con abrigos negros, tacones y gafas de sol RayBan, se saludan, suben al autobus.Lucía se sienta cerca de ellas y se entretiene mirándolas, así deja de pensar en como se las apañaran Luís y Luisito tan acostumbrados a que ella los despierte y les ponga el desayuno en la mesa de la cocina.
Las dos chicas se bajan en el siguiente barrio: la Vila Olimpica.
Es entonces cuando Lucía se siente incómoda sin oir las voces agradables de ellas y en vez de seguir hasta plaza de Cataluña, donde pensaba hacer fotos por Ramblas y por el mercado de la Boqueria, se baja en el siguiente barrio: Parque de la Ciudadela.

Allí comienza a andar por un parque en el que la cafetería está cerrada y sólo hay amos con sus perros, sale del parque y se adentra en el casco antiguo: ¡ la calle Princesa ya es otra cosa!. Hay gente que viene de comprar el periódico, señoras con el carro de la compra, turistas que salen de un hotel con maletas. ¡ Este barrio está despierto!, entra en la pastelería y salón de té Brunells: mesas rectangulares de mármol con los pies de hierro negro, a juego con las sillas, el techo con bóvedas de medio arco y lamparitas pequeñas que cuelgan, “coques de llardons” , croissants, turrones, tartas de manzana, brazos de san marcos y botellas de moscatel de la montaña de Montserrat, una pareja hablando alto de sus planes para el día de hoy, un matrimonio mayor con su hijo adolescente hablando en inglés y con el mapa de Barcelona. Entonces Lucía abre su pequeño portátil y se pone a escribir disfrutando de la compañía de los camareros y clientes de la Pastelería Brunells y saborea los dulces típicos, que son las" rocas de Montserrat" y la “Coca de Llardons.”

Maribel Fernández Cabañas.



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