Merece la pena el esfuerzo de no
hacerle caso a lo que pide el cuerpo (quedarse
cerca de casa y no moverse ).
Mi mente puede más y me anima a ir al
barrio de al lado donde está el gimnasio “Anda Lucia vete que ya has ido una vez y te ha ido
bien la gimnasia de espalda” “ponte el chándal ““y si estás medio dormida vas
escuchando música en el metro”.
Empezar a andar y con la alegre música
en mis orejas, irme animando viendo a
gente que también van camino de algún sitio. Quitarme la cabeza del chándal, ya
me sobra.
Subir al metro con asientos libres observar a
la gente y sentirme inmersa en un mundo más grande que el del hogar.
Al bajar del metro encontrarme caras
nuevas y ambiente de gente desayunando en los cafés de un barrio pintoresco y
antiguo, muy distinto a la urbanización donde vivo.
Ando unas cuantas calles de edificios
de poca altura y con las fachadas estucadas con bellos motivos florales y me
reconforta.
Una vez en el gimnasio entro en una
amplia sala de techos altos, rodeada de
ventanales al exterior. Muy luminosa.
Neli la
joven monitora que hace ejercicios acompañados de explicaciones nos anima a hacer
lo mismo: ─ uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis…nueve y último
Me siento muy bien moviendo y estirando
músculos que no se mueven con el solo pasear. La música que acompaña a los
ejercicios es relajante. Lo he conseguido salgo con agujetas pensando.” ─Esto
no lo puedo dejar, las agujetas con más agujetas se quitan”
MaribelFC