En el bar de un mercado de barrio estaba Mariano, un tipo entrado en años
tomándose un vino blanco y regalando su
gracia a quien le gustara, claro, porque a mí me repelía tanto que me fui de
allí .Estuve lo suficiente como para oírlo:
─ ¿Que me tengo
yo que buscar los huevos?─ Le decía a la cocinera
─ ¡¡ Kike ven!! ─
Llamó al chico de los recados (que tenía
un evidente déficit mental) Le enseñó el plato con dos huevos fritos
─ ¿Anda dime que
falta en medio?
El pobre Kike
venga a tartamudear hasta que le salió la palabra” salchicha”
No me dio pena del chico sino que sentí
repugnancia hacía estos tipos que se creen graciosos. Debería estar extinguida
ya esta especie
Suerte que la
especie humana es variada y mientras me tomaba el café sentada en un banco y
contemplando la fachada del mercado, que era bonita. Pude observar a un señor
que salía con dos bolsas, le quitaba el candado a su bici, atada a una farola,
y se iba con la compra a su casa. Este no era un tipo.
Maribel
Fernández Cabañas
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