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SABORES



 El saborcito de pan con ajo restregado y aceite, le trae a Alicia recuerdos de cuando iba al médico alemán naturista y le miraba la garganta y este se quejaba del olor  a ajo y le decía: ─  Mastica chicle de menta, al menos cuando te observo la garganta.
 Le miraba la tensión y le decía: ─ Con esta tensión tan baja y sin tomar café tendrás que  bajar y subir   las escaleras muchas veces para poder ponerte en marcha por la mañana.
También le decía: ─ Con  estos pies tan fríos es normal que te cojas catarros. Alicia ponte unos calcetines de lana para dormir que los constipados se cogen por los pies.
Era rubio mayor que Alicia, que era una maestrilla de veinticinco años recién cumplidos. Él tendría unos sesenta años, alto, ojos azules, rubio, voz segura y varonil  agradable al oído. Era atractivo.
 Se lo recomendó su amiga María José, la cual aviso a Alicia  de que estaba enamorada de él y que lo había invitado a comer en su casa y que aunque ella no sabía cocinar, se estaba estudiando un libro de cocina vegetariana para invitarlo a su casa.
Alicia  entendió a su amiga y le dijo que no pensaba en absoluto en eso. Sólo pensaba  en que le curase la faringitis para poder seguir dando sus  clases con sus alumnos de primaria.
 En aquella época de principio de los ochenta  Alicia vivía en un piso compartido con Jesús (otro maestrillo) y su novia que estaban destinados en un pueblo y estos sólo utilizaban el piso los fines de semana.
  Tenían buenos vecinos ya casados y con hijos. Su vecino Ángel era imaginero, trabajaba la arcilla haciendo obras religiosas que luego se ponían en las hornacinas de las iglesias.
 Cuando Alicia se cogió la gripe él y su mujer  la cuidaban y le  traían la compra. Y cuando Alicia estaba buena,  que era la mayoría de las veces, le ayudaba a sus dos hijos con los deberes escolares.
Tiempos gloriosos en ese piso, hasta que Berta ( una compañera en paro y llena de fantasías) le mandó otro inquilino
Le presentó a su  amigo diez años mayor que ella, su amor liberal, pintor sin oficio ni beneficio, al que ella idolatraba y  ensalzaba : ¡Como él no hay otro, este Javier será algún día un Dalí y tiene un corazón de oro!─ Decía Berta muy convencida.
Alicia por hacerle un favor  lo consultó con su compañero Jesús y su novia(los de los fines de semana) y aceptaron diciendo: “Así nos saldrá más económico  el alquiler”.
Pero llegó el día de ir a pagar al dueño la mensualidad y Javier el pintor no tenía dinero, Alicia informó a su amiga. Esta le  dijo: ─ como tú tienes sueldo de maestra paga  su parte y el luego  él te dará el dinero.
Cuando Javier el pintor llevaba ya tres meses sin pagar, la amiga de Alicia le dijo: ─Sigue pagando tu por él, por favor te lo ruego  que él es de fiar y te pagará… está pendiente de cobrar unos cuadros.
 Pero una noche en la que Alicia dormía plácidamente, Javier el pintor empezó a métele mano, así por las buenas con todo el descaro. Alicia lo echó de su cama.
 Y se lo contó a su  ciega enamorada amiga y esta  no se lo podía creer y encima se enfadó con Alicia.
Pasaron unos días llegaron sus compañeros de fin de semana y al contárselo a ellos sacaron en claro que Javier el pintor era de no fiar. Optaron por dejarle la maleta en la puerta del piso y cambiar la cerradura. 
Cuando el pintor vió que no pudo entrar le dió varias patadas a la puerta jurando en arameo.
 La enamorada ciega  culpó a Alicia de lo ocurrido y le retiró su amistad.
Pasaron los años y la enamorada comprobó que su pintor  era un mujeriego e iba por la vida aprovechándose, lo que podía, de las chicas y le pidió perdón a Alicia.

Maribel Fernández Cabañas



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