Elsa había recibido una llamada inesperada de su amiga Berta iban a
pasear las dos. Se encontraron a la hora convenida compartieron confidencias , Berta era la que guiaba el
paseo, se les notaban mas las arrugas pero su espíritu luchador no había
cambiado, untadas en crema facial y con sonrisa abierta caminaban por el paseo marítimo
y se pararon para desayunar un zumo de
naranja y un sándwich. Desde la terraza del mar veían los barquitos del puerto deportivo con sus
velas alzadas al viento y el sol les daba en la cara.
De pronto apareció un gorrioncillo a comerse las miguitas del pan que el
señor de la mesa de al lado les daba, mientras miraban a su mesa el señor canoso y joven les preguntó puedo
compartir la mesa con vosotras que estoy solo, enseguida Elsa le dijo que sí.
Me llamo Jorge y vengo todos los días aquí los gorrioncillos me esperan
son como mi familia la cual me dejó porque ya no querían más animalitos en
casa, que si un gorrión, un perro, peces… siempre mirando por ellos y me despreocupaba
de los más importante que era comunicarme con mis dos hijas y mi mujer que
ahora están en Gijón pero aquí en Málaga no tengo a nadie.
Ya tienes dos amigas cuenta con nosotras para pasear los domingos y así
fue, cada domingo hiciera sol o viento los tres se veían para desayunar en una
de las terrazas de la playa hasta un día en el que tuvieron una fuerte discusión
porque Jorge se presentó con una jaula y a ellas no les pareció bien que
enjaulara a los gorriones.
Pero Jorge no se dió por vencido se hizo de un mono pequeño de esos que
van saltando de árbol en árbol buscando sus ramas para colgarse y recorrió las
calles de la ciudad con su mono aunque no las encontró hasta pasado un mes y se
quedaron boca abierta cuando el mono saltó a la cabeza de un amigo que las
acompañaba y como no supieron que decirle siguieron el paseo los cuatro, y así
por muchos años, pasearon juntos por las
calles de la ciudad vacía.
-MFC
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