Cuando Alicia trabajaba dando clases de educación física en el patio del
colegio San Bartolomé pasaba mucho frio en invierno y llevaba el silbato y unas
orejeras, unas mallas, la cabeza del chándal y unas zapatillas de deporte.
Les
enseñaba baloncesto no sin antes haber hecho un calentamiento y todos los niños
estaban muy contestos con ella porque ponía amor a la enseñanza y empatizaba
con sus alumnos.
En
la hora que tenía de libre disposición formó un grupo de teatro con los de
sétimo curso.
Y como ella tenía acento extremeño por carnaval le dedicaron una
chirigota cuyo estribillo decía:
“Y la chacha deportiva con chambergo y orejeras”
Ahora, aunque viva muy lejos de ellos
y haya perdido teléfonos y direcciones los tiene vivos en sus recuerdos.