Alicia recuerda cuando todos los niños de su edad se confesaban en grupo
con él cura en la capilla pequeña de la iglesia.
Como en el pueblo no había diversiones los niños iban a misa y a leer
poesías a la virgen, por las cruces de mayo.
Las confesiones consistían en que todos los niños levantaban una mano
cuando el cura decía: −A ver que levante la mano quien haya faltado a misa o
quien haya desobedecido a sus padres.
Estás confesiones infantiles no tenían nada que ver con las de los
adultos que se ponían de rodilla en el confesionario donde el cura decía:
−Ave María Purísima y se le contestaba sin
pecado concedida.
− Padre que le he dado un beso a mi
novio.
− Yo te absuelvo de tus pecados hija porque
eso no es pecar y lo que veo es que estás enamorada.
En torno a la iglesia se celebraban
muchas actividades y festejos en los que participaban creyentes o no creyentes
y todos eran bien acogidos.
Qué tiempos aquellos parece que hace una eternidad
ResponderEliminarGracias por tu comentario, recordar la infancia nos hace más jóvenes, un saludo
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