Cuando Alicia trabajaba dando clases de educación física en el patio del
colegio San Bartolomé pasaba mucho frio en invierno y llevaba el silbato y unas
orejeras, unas mallas, la cabeza del chándal y unas zapatillas de deporte.
Les
enseñaba baloncesto no sin antes haber hecho un calentamiento y todos los niños
estaban muy contestos con ella porque ponía amor a la enseñanza y empatizaba
con sus alumnos.
En
la hora que tenía de libre disposición formó un grupo de teatro con los de
sétimo curso.
Y como ella tenía acento extremeño por carnaval le dedicaron una
chirigota cuyo estribillo decía:
“Y la chacha deportiva con chambergo y orejeras”
Ahora, aunque viva muy lejos de ellos
y haya perdido teléfonos y direcciones los tiene vivos en sus recuerdos.
Como siempre que te leo, veo las imágenes de lo que narras. Me pareces genial transmitiendo.
ResponderEliminarMe alegra tu comentario querida Tuciliana un abrazo de letras
ResponderEliminar"Porque la belleza siempre pervive en el recuerdo", dijo un poeta. También pervive el cariño. Un abrazo grande y saleroso
ResponderEliminarTus comentarios son siempre bienvenidos , querida María Jesús. Un abrazo de cariño
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