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La madreselva

La madreselva

Cenaban a la luz de la luna inspirando el perfume de la madreselva que

trepaba por todo el patio.La abuela seca , llena de arrugas y vestida de luto,
que normalmente se quejaba de ardores por su úlcera de estómago, producida
probablemente por su mal carácter, estaba satisfecha y festejaba la deliciosa cena con una tenue sonrisa.
La madre enseguida tuvo que dejar la velada e irse a recoger la cocina. El
padre ,con cara de cansado daba una cabezadita en la butaca. La hija, delgada,
respiraba hondo el perfume de la enredadera y se sentía orgullosa de aquel
patio.
El hijo pequeño correteaba con su triciclo por las baldosas, medio sueltas, que hacían un ¡clic, clic! al pasar.
Sus caras expresaban la satisfacción de tener aquella estancia tan acogedora.
Cuando la madre volvió de la cocina se sentó a compartir aquella sensación que se reflejaba en el rostro de todos. Observaba a su familia feliz y miraba su madreselva exuberante  absorbiendo su aroma. Lucrecia, la adolescente delgada, dijo buenas noches y se fue a su habitación, que tenía un ventanal grande que daba al patio.
La madre, soñolienta, acostó al pequeño, que no quería irse a dormir. La abuela dijo buenas noches y se retiró El padre se quedó  un instante más pensando: ¡que bonito está el patio con esta enredadera! , después se fue a sus aposentos.
La luna llena lo iluminaba todo, los gatos correteaban de un tejado a otro y Ricardo, un compañero del instituto de Lucrecia,  esperó un rato, saltó la tapia del patio y preparó enseguida lo que llevaba deseando durante algún tiempo.
Este olor siempre me ha excitado y las noches de luna llena son algo sobrenatural, cogeré unas ramas de madreselva y las colocaré en el suelo para mi amada. Nuestro amor es secreto.
Espero que Lucrecia se acuerde que esta noche  yo vendría a verla y a recitarle unos poemas.
La joven, cuando creía que  todos dormían, salió al patio y se sentó junto a Ricardo, sobre las ramas. La noche era cálida y veraniega Ricardo la rodeó con un brazo, susurrándole unos poemas al oído, ella estaba tierna  y en ese momento lo deseaba. Sintió un cosquilleo sensual en todo su cuerpo. Se pusieron
como locos a cortar la enredadera. Seguidamente a tirarse sobre ella, a abrazarse, a desnudarse y a recorrerse el uno al otro cada rincón de su piel. Se amaron enredándose entre la madreselva.
La cortina del dormitorio de los padres se descorrió y el rostro de la madre,con expresión de comprender la pasión de los jóvenes, se dejó ver. La madre en silencio guardó el secreto.
El niño dormía la abuela y el padre también.
A  la mañana siguiente todos se quedaron atónitos al ver la madreselva destrozada.
¿Pero que ha pasado aquí?, preguntó el padre.
Lucrecia y su madre silenciosas guardaban el secreto. Se miraban la una a la otra. La hija  avergonzada y tímida, la madre serena y comprensiva.
Habrán sido los gatos supuso la abuela.¡que pena con lo bien que olía!
Sus caras habían cambiado,  la felicidad se había esfumado, superponiéndose la decepción.
MaribelFC

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